Este boletín está dedicado a mi tío Jano, que le ha plantado cara al maldito cáncer hasta el límite de lo posible.
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Dijo que quería un poema neutro. Las risas grabadas las pondría él. Que tendría listos estilista, maquillista, tafiles, flores de Bach. Viandas y amenidades dispuestas en el camerino, por si fuere necesario. Primero me preguntó si mi poema quería salir vestido de poema; de poema mexicano; de poema mexicano contemporáneo; de poema mexicano contemporáneo escrito por una mujer; de poema mexicano contemporáneo escrito por una mujer bisexual. Después aseguró enfático que era preferible que lo desvistiéramos. Que al público le sería más atractivo si podía arroparlo a contentillo. Como aquellas muñequitas de papel a las que les fabricábamos ropa hecha para fijarse al cuerpo con minúsculas pestañas. Lo más desnudo posible. Dijo. Sin tatuajes. Sin marcas. Dile a tu poema que cierre los ojos y no mire quién o dónde se publica. Tal vez deberías esterilizarlo con toallitas antibacteriales, sugirió. Que en su empaque se especifique: este poema no deberá beberse con popote. Mejor será borrar el poema por completo. Publicar no el poema sino su bodradura. Decir: aquí hubo un poema. Neutro. Neutrísimo. –Sara Uribe, "Poema en que la enunuciante charla con un editor al que nadie le ha explicado si lo puro existe, o si es, pongamos, necesario. O posible. O si sabe bien".
Esta semana en Telegrafía Sin Hilos hubo programa variadito. Tuve chance de platicar con una buena amiga, Tessy Schlosser, directora de la Feria del Libro Judío. El programa está bueno. Echénle ojo. Aquí un fragmentito de la plática.
Hablamos sobre la obra de Joshua Cohen.
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En una entrevista con el Paris Review, uno de esos lugares de la prensa escrita donde la entrevista sigue teniendo una preeminencia particular, le preguntan muchas cosas a Cohen. Una de ellas es sobre el uso de elementos no narrativos en una narración. Y esta fue su respuesta:
I don’t even know that I consider it a kind of thing. It’s not like I have a switch to flick that turns me intellectual, or emotional, or psychological. People talk about everything, they don’t just say what you want them to say or even what they want to say, and characters should be the same. In the deli today there was talk of UFOs, Biden’s hair, the history of Belarus, and the grill guy’s girlfriend problems. We bring ancient history into present conversation all the time, calling facts opinions and opinions facts, and when it comes to the nonverbal, to reading—isn’t the internet just one big dumb essay? Aren’t most people reading this big dumb essay all the time, knowing they’ll never finish?
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En el programa de la semana pasada leímos un ensayo de Calvino, el clásico “¿Por qué leer los clásicos?”. Este texto, que plantea unas quince definiciones de lo que es un clásico, comienza con esta:
1. Los clásicos son esos libros de los cuales suele oírse decir: «Estoy releyendo...» y nunca «Estoy leyendo...».
Y más adelante, continúa:
Esto para decir que leer por primera vez un gran libro en la edad madura es un placer extraordinario: diferente (pero no se puede decir que sea mayor o menor) que el de haberlo leído en la juventud. La juventud comunica a la lectura, como a cualquier otra experiencia, un sabor particular y una particular importancia, mientras que en la madurez se aprecian (deberían apreciarse) muchos detalles, niveles y significados más.
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Pensando no en la delicia de leer un libro largamente postergado y muchas veces mencionado, sino más bien la relectura, me encontré con un ensayo de Virginia Woolf titulado “On Re-Reading Novels”. Ahí habla, entre otras cosas, del tiempo y la difícil atención que se requiere para seguirle el hilo a uno de esos novelones que eran parte del pasado reciente en su época. Y hace la distinción entre las obras de teatro. –cuatro horas y listo–, de, digamos, Robinson Crusoe que bien tomaría uns 15, 17 horas. Ella no lo dice, pero quizá Al Faro, de la propia Woolf, exige unas 8, 10.
También habla de un libro que hace lo que los formalistas rusos estuvieron haciendo más o menos en esos mismos años. The Craft of Fiction, es un libro publicado en 1921 por Percy Lubbock, un profesor de principios del XX, que buscaba abordar las novelas como forma, no como un bouquet de emociones, un ramillete de impresiones. Y ahí enfatiza esta paradoja de la lectura de un libro que al mismo tiempo, se nos escapa como un todo:
The form of a novel—and how often a critic uses that expression too—is something that none of us, perhaps, has ever really contemplated. It is revealed little by little, page by page, and it is withdrawn as fast as it is revealed; as a whole, complete and perfect, it could only exist in a more tenacious memory than most of us have to rely on.
Y luego lo dice más sucinto, y con una imagen quizá más cercana:
But fine taste and keen perception are of no use to us if we cannot retain the image of the book; and the image escapes and evades us like a cloud.
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Libros cuya forma y sentido, cuyas partes se disipan como nubes. Por eso, la pregunta de fondo que va quedando detrás de todas estas nubes disipadas: ¿qué es una relectura?
Además, leímos un cuento de la fascinante Mariana Enriquez. Se llama “Los peligros de fumar en la cama”, en el libro del mismo título de 2017. Así comienza:
¿Era una mariposa nocturna o una polilla? Nunca había podido distinguirlas. Pero algo era seguro: las mariposas de la noche se hacían polvo entre los dedos, como si no tuvieran órganos ni sangre, casi como la ceniza quieta del cigarrillo en el cenicero cuando se la tocaba apenas. No daba asco matarlas y se las podía dejar en el piso, porque a los pocos días se desintegraban. Otra cosa: no era cierto que se quemaran automáticamente cuando se acercaban al calor.
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado siguiendo las restricciones —o las libertades, según se vea— formales de pocas sílabas y pocas líneas.
El pretzel último en la bolsa
Pierde la forma y la esperanza de ser
Comida para ansiosos.
Arriesgue el propio, con confianza.
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Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 73% de ustedes1 dicen que en una semana casi nunca, quizá una o dos veces hacen alguna comida en un establecimiento fuera de casa.
El 22% de ustedes dicen que en una semana entre cuatro y cinco veces hacen alguna comida en un establecimiento fuera de casa.
El 4% de ustedes dicen que en un semana a diario, por lo menos una vez hacen alguna comida en un establecimiento fuera de casa.
El 1% de ustedes dicen que en una semana prácticamente siempre hacen sus comidas en un establecimiento fuera de casa.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El sonido de la semana: el sonido de una tonada musical imprecisa en la lejanía que ni siquiera está claro que sea música o una azar de ruidos armonizados.
El olor de la semana: el olor del vinagre blanco usado para limpiarle el sarro a una regadera.
Insulto de la semana: Currutaco
El ser vivo de la semana: Tolypeutes matacus
La tonalidad ascendente: Naranja de Portland
La tonalidad descendente: Crema de menta
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Su vida se ha desarrollado por etapas, las ve, cada una enmarcada en un paréntesis.
Un espíritu clásico no puede conformarse con esto: si no tiene público, deberá tender a formarlo.
La madurez de una vida, como la madurez del día, no se revela a la hora incierta del atardecer, sino en el momento pleno, cenital y vibrante del mediodía.
En el principio era la fábula. En el principio, en el medio y en el fin.
Abandonar memorias como viejos utensilios de cocina que han dejado de servir y que no merecen la pena ser acarreados.
Escucha el murmullo de ls voces, saborea la sensación del despegue, la elevación, levitación de la materia.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Xavier Villaurrutia y Marcela del Rio.
La muestra poblacional es caprichosa –limitada por el magro alcance de mis propias redes sociales– y el margen de error es, como dirían los escolásticos, una cuestión de fe
Ahhhhh siempre llego tarde :B soy muy fan de su programa!