Antes que nada, esto fue lo que sonó:
El sueño encendió un pájaro y hubo que raspar carbón de nuestros dedos y llorar lejos. El sueño vaga pensativo acariciándose las alas, abrasado. Sólo nosotros sabemos de su ojo glacial y su ceniza alta e intacta como un beso. –Rossella Di Paolo, “Sueño”.
El libro de esta semana es Las rosas de Orwell, de Rebecca Solnit.
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Even as ornaments, flowers represent life itself, as fertility, mortality, transcience, extravagance, and as such they enter our art, rites, and language.
Y en otro momento:
Our lives depend, if not exactly on flowers, then on flowering plants.
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Quién diría que las rosas podrían resultar interesantes a estas alturas de la soireé. Ahí están tantísimos ejemplos del trato dado a los retoños, los pétalos y las espinas.
La rosa, la inmarcesible rosa que no canto, la que es peso y fragancia, la del negro jardín en la alta noche, la de cualquier jardín y cualquier tarde, la rosa que resurge de la tenue ceniza por el arte de la alquimia... la rosa de los persas y de Ariosto, la que siempre está sola, la que siempre es la rosa de las rosas, la joven flor platónica, la ardiente y ciega rosa que no canto, la rosa inalcanzable.
y tantos otros ejemplos más. Solnit escribe: “Roses mean everything, which skates close to meaning nothing. They’ve been used to make larger points, from the medieval philosopher Peter Abelard’s use of roses an an example for an exploration of universals to modernist Gertrude Stein’s ‘Rose is a rose is a rose’. There is a line by the anthropologist Mary Douglas to the effect that just as everything symbolizes the body, so the body symbolizes everything else. The same could be said of roses in the western world.”
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Y como se sabe, el libro es sobre rosas, sobre jardinería, pero también sobre Orwell en tanto jardinero que escribe, y en tanto escritor que le hace a la jardinería. En una entrevista, Solnit dice esto sobre Orwell y su afición a la jardinería:
Su amigo y biógrafo George Woodcock dijo que Orwell era como Ateno, que obtenía su poder del contacto con la tierra. Orwell se dedicó a oponerse a los males de su tiempo según él los percibía, y a exhibirlos, pero también le dedicó una enorme cantidad de tiempo a estas otras labores. Muchos de nosotros pensamos que existe por un lado el trabajo de verdad, y todo lo demás es autoindulgente, distracción, o trivialidad. Lo que me pareció más sorprendente en este, uno de los escritores más serios del momento, era que él no consideraba que eso fuera el caso.
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Elaine Scarry en su libro sobre la belleza y la justicia habla de uno de los reparos comunes que se esgrimen contra la contemplación de lo bello es su pasividad porque “se observa o se escucha algo sin deseo de cambiar lo que uno ha visto o escuchado”. Pareciera entonces que poner atención a lo que no requiere cambio es justamente un dispendio de energía, un desperdicio de intencionalidad y una claudicación ante el estado de las cosas.
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Hay dos secciones particularmente emocionantes en Las rosas de Orwell.
Una es la que le dedica a la frase “pan y rosas” y a las revoluciones. En particular a la Guerra Civil española y la participación de Orwell en ella. El cruce entre ese momento de participación activa en la consecusión de un cambio político y social y su intersección con la legítima preocupación y dedicación a la aparente banalidad de la jardinería está explicada de manera magistral. Aparecen además anécdotas feroces y divertidas; personajes intrigantes y que ameritan más de unas horas de clavadez —Eileen O'Shaughnessy, Tina Modotti o el polémico Vittorio Vidali, …—, y la frase: “pan y rosas”.
Se lucha por el pan, pero también por las rosas. No solo por lo urgente, sino también por el derecho a los placeres. En el caso de Orwell, estos placeres fueron, entre otros, las mundanidades del jardín.
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Pero la belleza y el placer por si solos están cerca de la caricatura. Hay que encararlos en su dimensión más compleja. De alguna manera, eso es lo que trata en la otra sección particularmente emocionante del libro, la que titula “Retiradas y ataques”. En ella nos cuenta de la relación de los antepasados de Orwell con el esclavismo colonial en el Caribe. Una relación estrechísima; es gracias al trabajo esclavo en plantaciones de su propiedad que sus familiares adquieren estatus en la sociedad y, generación tras generación, ese dinero y ese prestigio se va desgastando, hasta la familia del escritor, cuya forma de ganarse la vida fue con el cultivo de opio en Burma.
Historiza a Orwell, y compasiva y severamente, lo juzga en su contexto. No lo carga de crímenes de otros, pero tampoco le excusa la cercanía con su pasado. En alguna entrevista dice “observar la violencia en los jardines es muy importante, y era algo muy importante para este libro”.
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{Pan + rosas} * Historia
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Aquí hay una conversación, encuadrada en esa fatigosa pantalla partida pandémica, entre dos inteligencias enormes y favoritas: la propia Solnit y Margaret Atwood.
También leímos el ensayo “Por qué escribo”, de George Orwell.
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado siguiendo las restricciones —o las libertades, según se vea— formales de pocas sílabas y pocas líneas.
Descubrí que engordé tres kilos
Las piernas envejecieron antes que la voluntad
Para qué quieres eso.
Arriesgue el propio, con confianza.
Si gustan suscribirse a Convoy para que puedan escuchar Telegrafía Sin Hilos, y todos los demás podcasts que hay en la plataforma, es aquí.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 38% de ustedes1 usan una almohada para dormir.
El 41% de ustedes usan dos almohadas para dormir.
El 16% de ustedes usan más de dos almohadas para dormir.
El 4% de ustedes no usan almohadas.
El 35% de ustedes dicen que nunca han visto un cadáver
El 49% de ustedes dicen que creen en la existencia de los fantasmas.
El libro de las próximas dos semanas //5 y 12 de abril// es Un texto en camino, de Javier Jiménez Belmonte.
Y el de las dos semanas posteriores a esas //19 y 26 de abril// es Los errantes, de Olga Tokarczuk.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El sonido de la semana: el sonido al abrir una ventana deslizable mal aceitada.
El olor de la semana: el olor del epazote no anticipado en una quesadilla.
Insulto de la semana: Alfarnate
El ser vivo de la semana: Hormosira banksii
La tonalidad ascendente: Encaje antiguo
La tonalidad descendente: Púrpura psicodélico
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Araña que habla [Enero - Febrero]
Porque todo egocentrismo, también el mío, llevado a su extremo más radical, muestra su ridiculez e inviabilidad.
Kraken miniatura [Marzo - Abril]
La sensación era la de quien revuelve en el lodo. Tenía que pasar algún tiempo hasta que el barro se fuera posando y el agua empezase a estar más clara.
Gato bicéfalo [Mayo - Junio]
Las experiencias, si vive uno para coleccionarlas, nos zarandean, nos ofrecen horizontes utópicos, nos emborrachan y confunden.
Esporas Interminables [Julio - Agosto]
Cuanto más deprisa iba, mayor conexión sentía con el mapa.
Moscardón [Septiembre - Octubre]
La gente a la que es más difícil amar constituye un desafío, y ese desafío hace que resulte más fácil amarla.
Caldo primigenio [Noviembre - Diciembre]
Las mejores ideas son casi siempre las más simples, incluso las más obvias, pero a nadie se le han ocurrido hasta ese momento.
Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Pablo D’Ors y Rachel Kushner.
La muestra poblacional es caprichosa –limitada por el magro alcance de mis propias redes sociales– y el margen de error es, como dirían los escolásticos, una cuestión de fe.
Encaje antiguo A. K. A. blanco a secas.
!Gracias por tanto!
Muchas gracias Pablo!, ¿para cuándo que el libro de la semana sea una novela gráfica?, saludos!