Antes que nada, esto fue lo que sonó:
¡Cómo de entre mis manos te resbalas! ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía! ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría, pues con callado pie todo lo igualas! Feroz, de tierra el débil muro escalas, en quien lozana juventud se fía; mas ya mi corazón del postrer día atiende el vuelo, sin mirar las alas. ¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte! ¡Que no puedo querer vivir mañana sin la pensión de procurar mi muerte! Cualquier instante de la vida humana es nueva ejecución, con que me advierte cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.
—Francisco de Quevedo, “Salmo XIX”.
El libro de esta es Diario del dolor, de María Luisa Puga.
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No conocer a una autora, y encontrarla en el último de sus libros, no dice nada como crítica. Pero por lo menos dice algo como deslinde: yo no sabía de María Luisa Puga. No llegué antes de las reediciones. Llegue tarde. Como siempre. Tampoco es una celebración. Es solo que llego tarde y lo que sea que diga, tiene la inmediatez, la torpeza y el asombro del recién llegado.
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Este como algunos otros libros escasos y selectos tiene una calidad de resonancia altísima. La polisemia del lenguaje, esa cualidad obvia pero no siempre considerada en presente, está potenciada por la enunciación, por las ideas y los escenarios. Por la idea: el dolor. Y por el escenario: el cuerpo. O por el cuerpo y su contacto con el exterior. O por el interior y el exterior de un cuerpo adolorido. O por el dolor como cuerpo.
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Esto escribió Cristina Rivera Garza en 2014:
…el libro no avanza ni retrocede sino que se encuentra suspendido en ese vacío que la autora compara con el "haberse quedado en la anestesia". Sin sentimentalismos, evadiendo en lo posible una nostálgica edad de oro en la que el dolor todavía no tenía nombre y saltándose también la teleológica visitación del origen, lo que María Luisa Puga consigue en este texto es de una exquisita crueldad: no sólo hace hablar al dolor sino que, escritora al fin y al cabo, ella habla con él.
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El cuerpo es un lugar, un gato, un espacio fragmentado, una serialización de sensaciones, una marcha inevitable hacia el dolor, una vulnerabilidad y sus reacciones, una matriz de actos políticos, una casa, una tiranía.
Pocas cosas menos escapables que la tiranía del cuerpo. Pero, en cierto sentido, no hay cuerpo, hay sensaciones. Y es más, hay las tentativas de articular las consecuencias de esas sensaciones.
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Esto escribe Brenda Navarro en el prólogo de la edición de Vindictas:
La importancia de este Diario del dolor radica, justamente, en que hoy es más necesario que cuando fue publicado por primera vez; porque habla de todo lo que hoy cuestiona el Estado de las cosas. Puga nos ofrece un diario personalísimo en el que pone de manifiesto su miedo al dolor pero su ímpetu por enfrentarlo, de mirarlo a los ojos, de narrarlo, de nombrarlo, de confrontarlo.
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Las entradas que más incinerado me dejaron: la 11, 14, 17, 24, 28, 30, 35, 36, 44, 52, 65, 67, 82, 84, 93.
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¡Qué esfuerzo decir el dolor! Y qué fácil es olvidarlo. O dejarlo de lado. O no pensarlo. Porque la salud es eso: la posibilidad de olvidar que estamos rodeados de dolor. ¡Qué poco equipadas y equipados estamos para hablar del dolor! La experiencia del dolor es la experiencia de silenciarse y no dar molestias; de esforzarse por mantener la normalidad –lo que sea que signifique– de la existencia.
¿Quiere escuchar #TelegrafíaSinHilos? Lo puede hacer al suscribirse a Convoy por unos módicos pesitos; ahí está el programa y otros mucho mejores.
El libro de la próxima semana // 3 de agosto // será este mismo, Diario del dolor, de María Luisa Puga y esperemos otros de ella y sobre ella.
Y para seguir con el aseo de asuntos domésticos: visto lo visto, creo que el Telegram se pone un poco peliagudo. Por una cuestión de tiempo. La posibilidad de que, por mi culpa, quede como un terreno baldío poco visitado, una ruina de grupo, es grande. Por eso, se me ocurrió una alternativa: la reunión híbrida. Por zoom y en algún sitio para quien pueda caerle. Platicamos de los libros que llevamos y demás. Una reunión una vez cada dos meses, algo así. Por ejemplo, la primera para el final de septiembre. ¿Cómo ven? Aquí está el botón para que plasmen su opinión sobre esto: si les apetece.
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado con las restricciones formales de pocas sílabas y pocas líneas.
Ese malestar del frilanceo:
Querer hacerlo todo al mismo tiempo, no hacer nada y pedir prórroga.
Dejé la taza de café en el microondas.
[Arriesgue el propio, que aquí siempre es bienvenido.]
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
Los cuatro números de esta semana son: 9 - 11 - 20 - 33
La preposición de esta semana es: cabe
El elemento químico de esta semana: Boro [B]
La tonalidad ascendente: Wengué
La tonalidad descendente: Índigo
Una entrega más de la sección intitulada, Qué solazo el aguacero, dedicada a reportar el clima de los próximos siete días en algún punto específico del planeta que compartimos.
En esta semana: Moscow, Idaho, Estados Unidos
Jueves: 37/20. Soleadísimo. Respire con cuidado que puede incendiarse los pulmones. Fumadores pasivos del cigarrillo divino que se prendió un dios indiferente.
Viernes: 38/17. Soleadísimo. ¿Vieron esa serie de dragones? Imaginen vivir exactamente en la boca del estómago del más eructón de los tres bichos. Así.
Sábado: 37/18. Soleadísimo. No necesariamente los incendios forestales. Porque aquí no hay un árbol. Es verdad, qué desolación cuando no hay cerca un árbol.
Domingo: 37/18. Soleadísimo. Cuatro días de sol a pleno hirvió, evaporó, sahumó cualquier tentativa de resistencia. Somos piedras, arenillas; somos la superficie de la tierra.
Lunes: 31/15. Medio nublado. ¿De dónde sale la nube? ¿Qué intenciones tiene? ¿Es una nube o es la primera de las incursiones colonizadoras de un dios imperialista?
Martes: 28/13. Soleado. ¿Vuelves, sol, y no das explicaciones?
Miércoles: 26/12. Soleado. El abraso del calor es más abrazo.
Una consulta para mejorar la calidad del servicio:
Si llegaron hasta acá, de favorcito, tiren sus opiniones sobre el boletín. ¿Así va bien? ¿Qué le hace falta? ¿Qué le sobra? De antemano, gracias.
Me encanta el libro. Lo empecé justo la semana pasada, en un momento que me han llegado muchas noticias de dolor de cercanos y extraños.
Es como si se despersonalizara de una manera natural. Un manual personal, un diálogo interno externalizado. Me evoca empatía, compasión y también dolor! Pero un dolor apaciguado, no sé. Muy bueno, gracias por la recomendación!
A favor de la reunión bimensual, o cuando se te antoje, que para eso eres el máster.