Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Solo como un perro como un ciego un loco como una veleta girando en su palo solo solo solo como un perro muerto como un santo un casto como una violeta como una oficina de noche cerrada incomunicada no llegará nadie no pensará nadie en su especie de muerte no llamará nadie nadie escucharía sus gritos de auxilio nadie nadie nadie no le importa a nadie. Como una oficina o un santo o un palo incomunicado solo como un muerto en su caja doble golpeando la tapa y aullando y en casa los deudos ingieren neurosom y tilo y por fin se acuestan y al otro la muerte le tapa la boca se calla se muere y le arrecia la noche solo como un muerto como un perro como como una veleta girando en su palo solo solo solo. –Idea Vilariño, “Se está solo”
El libro de esta semana y de la semana siguiente es Un texto en camino, de Javier Jiménez Belmonte.
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Lo primero, tal vez, una pregunta: ¿será posible que mi primera novela sea el plagio de un cuento cuya existencia yo desconocía?
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El plagio presupone muchas cosas, entre ellas una posibilidad de detentar una propiedad sobre las ideas, y una noción de originalidad delimitada, estable y en muchos sentidos inmutable. Suposiciones medio chapuceras, por decir lo menos.
“Una vez que se habilita la posibilidad de pensar en la obra literaria como una propiedad”, según sugiere Debora Halbert, “es posible entonces ‘robar’ esa propiedad”. Y lo sabemos: “las obras de arte existen simultáneamente en dos economías, una economía de mercado y una economía del regalo”. Esto lo escribió Jonathan Lethem, y también escribió:
El arte que nos importa –ese que mueve al corazón, o que reanima al alma, o que deleita nuestros sentidos, o que infunde valor para vivir, o como sea que queramos describir la experiencia— es recibido como se hace con un regalo.
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Un texto en camino también es un libro sobre la lenta transformación de la escritura en material publicado. Un proceso misterioso y laberíntico, en el que pocas de las habilidades y los quehaceres que la escritura exige o entraña están puestos en juego. Hay un paso de la escritura como regalo a la escritura como mercancía.
En algún momento, Jiménez Belmonte plantea una pregunta que no me parece menor. Después de encuadernar su manuscrito y dárselo a su compañero a leer, dice:
Yo miraba el manuscrito encuadernado en su mesilla de noche y pensaba si haría falta algo más que un lector —aunque fuera uno y aunque fuera completamente parcial— para que un manuscrito se convirtiera en novela.
Él se responde que no, pero no estoy tan seguro que la respuesta sea esa ni sea fácil de descubrirla.
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No obstante lo mucho que se discuta, que se explique o que se ejemplifique, el plagio sigue siendo una de las bestias más socorridas contra las que se carga armados de indignación y rabia: “¡Porque deshonestidad! ¡Engaño! ¡Robo!”
Hay de plagios a plagios, y no es lo mismo plagiar que malandrear para hacerse de recursos; no es lo mismo combatir hegemonías valiéndose de un arma tan útil como la apropiación, la remezcla o el plagio que perpetuarlas valiéndose de un arma tan útil como la apropiación, la remezcla o el plagio.
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la apropiación, la imitación, la cita, la alusión y la colaboración sublimada forman una especie de sine qua non del acto creativo y atraviesan todas las formas y géneros en el ámbito de la producción cultural.
Lethem otra vez.
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Esto escribe Kaja Marczewska en su libro This is not a copy:
If copying emerges as an increasingly prominent avenue of creative expression, then perhaps the base assumptions about artists practice need to shift accordingly.
Como estamos entrando en ese momento gozoso del asueto, leímos también un poco sobre los hábitos de trabajo de algunas personas célebres.
Patricia Highsmith tenía una “conexión inusualmente intensa con los animales, particularmente los gatos, pero también con caracoles que criaba en su casa”. Tan conectada con estos últimos, que “una vez se presentó a un coctel portando un bolso de mano gigantesco que contenía una lechuga y cien caracoles: sus acompañantes de esa tarde, según dijo”.
Susan Sontag solía escribir “los primeros borradores a mano tumbada en la cama, y luego pasaba al escritorio para escribir los borradores siguientes a máquina o más adelante, en el ordenador”.
Este chismito y muchos otros están recopilados en el libro Rituales cotidianos: los artistas en acción, de Mason Curry.
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado siguiendo las restricciones —o las libertades, según se vea— formales de pocas sílabas y pocas líneas.
El FOMO es un fantasma
Que acecha y remeda la apatía
Pero le gana la envidia.
Arriesgue el propio, con confianza.
Si gustan suscribirse a Convoy para que puedan escuchar Telegrafía Sin Hilos, y todos los demás podcasts que hay en la plataforma, es aquí.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 22% de ustedes1 prefieren realizar el trabajo concentrado en silencio
El 8% de ustedes prefieren realizar el trabajo concentrado con ruido random de fondo.
El 70% de ustedes prefieren realizar el trabajo concentrado escuchando música.
El 38% de ustedes dicen que lo máximo que han pasado sin hablar, en silencio ha sido apenas un par de horas.
El 11% de ustedes dicen que lo máximo que han pasado sin hablar, en silencio han sido un par de días.
El 5% de ustedes dicen que lo máximo que han pasado sin hablar, en silencio han sido más de tres días.
El 46% de ustedes dicen que lo máximo que han pasado sin hablar, en silencio han sido entre medio y un día entero.
Seguiremos con este libro la próxima semana.
El de las siguientes dos semanas //19 y 26 de abril// es Los errantes, de Olga Tokarczuk.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El sonido de la semana: el sonido del estómago hambriento que no se sabe si los demás escucharon
El olor de la semana: el olor del ajo impregnado en los dedos.
Insulto de la semana: Pezolaga
El ser vivo de la semana: Sardinella aurita
La tonalidad ascendente: Minio
La tonalidad descendente: Antracita
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Araña que habla [Enero - Febrero]
Cuando deseo ser rico, entonces sé que estoy enfermo. Porque, para decir la verdad, tengo suficiente tal como soy.
Kraken miniatura [Marzo - Abril]
Y si hay una otra parte que puede escapar a la repetición infernal está por allí, donde se escribe, donde se sueña, donde se inventan los nuevos mundos.
Gato bicéfalo [Mayo - Junio]
Se dice que hay pausas creadoras, pausas como la muerte, vacías y muertas como la muerte misma. Y en esas tremendas pausas tiene lugar el cambio.
Esporas Interminables [Julio - Agosto]
¿Qué es “el Otro”? Si realmente es “el otro” no hay nada que decir, no es teorizable. El otro escapa a mi entendimiento.
Moscardón [Septiembre - Octubre]
Mantenerse firme y dejar ir el naufragio que somos, que todo se vaya mientras las olas nos hacen pedazos, pero mantenerse firme.
Caldo primigenio [Noviembre - Diciembre]
Por todas partes preguntaba: ¿De dónde procede tu fuerza? ¿Qué has hecho de tu poder? ¿A qué causa has servido?
Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: DH Lawrence y Hélène Cixous.
La muestra poblacional es caprichosa –limitada por el magro alcance de mis propias redes sociales– y el margen de error es, como dirían los escolásticos, una cuestión de fe.
Gracias Pablo!