TSH 7.09.22
Antes que nada, esto fue lo que sonó.
Nada más pasar la última página, después de muchas noches, me envolvió una oleada de tristeza. ¿A dónde se habían ido todos, esa gente que me había parecido tan real? Para distraerme, salí a la noche; instintivamente, encendí un cigarrillo. En la oscuridad el cigarrillo brillaba, como un fuego encendido por un superviviente. ¿Pero quien iba a ver esta luz, este pequeño punto entre las infinitas estrellas? Me quedé un rato en la oscuridad, el cigarrillo brillaba y se hacía cada vez más pequeño, cada bocanada me destruía pacientemente. Qué pequeño era, qué breve. Breve, breve, pero ahora estaba dentro de mí, algo que las estrellas nunca conseguirían.
- Louise Glück, “Una obra de ficción”.
El libro de esta semana y de la pasada ha sido Biografía del hambre, de Amélie Nothomb.
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El hambre es deseo. Es un deseo más amplio que el deseo. No es voluntad, que es una forma de fuerza. Tampoco es debilidad, ya que el hambre no conoce la pasividad. El hambriento es un ser que busca.
Eso aparece al principio del libro. Y estamos entonces ya encaminados hacia esa zona, la del deseo que es más amplio que el deseo.
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El hambre del relato oscila, como el deseo, entre el placer y la angustia. La búsqueda es amplia, es gozosa por momentos y es profundamente dolorosa por otros. Y tiene momentos preciosos. Por ejemplo, ese en el que le hace un guiño al poema tabaquería de Fernando Pessoa:
Conviene matizar. Dentro de las golosinas, las hay más o menos metafísicas. Una larga investigación me ha llevado a la siguiente constatación: el alimento teologal es el chocolate.
O, por ejemplo, el encuentro con el lenguaje como un gozo de degustación.
Yo sólo hablaba un idioma: el franponés. Quienes creían que se trataba de dos lenguas distintas pecaban de superficialidad, se detenían en detalles nimios como el vocabulario o la sintaxis. Estas naderías no deberían haberles impedido apreciar no sólo los objetivos puntos en común, sino también la latinidad de las consonantes o la precisión de la gramática, pero sobre todo ese metafísico parentesco que las unía por elevación: lo deleitable.
Aquí se abre un camino interesante, el del lenguaje como fenómeno gastronómico. Habría que explorar esa ruta.
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En otra obra, en su libro Metafísica de los tubos, al hablar del inicio de la existencia, señala que la vida comienza en un momento muy específico. O más bien, con la aparición de un elemento esencial: la mirada.
¿Qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse a su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. Incluso podría decirse que pocas realidades existen hasta tal punto. ¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los ojos que no la poseen? Esta diferencia tiene un nombre: la vida. La vida comienza donde empieza la mirada.
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Aquí está Amélie Nothomb en entrevista en 2016 hablando sobre su obra en general.
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Esto escribió Roland Barthes, allá por los cincuenta:
La escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe.
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También se habló de Marcel Schwob, ese personaje peculiar, inspirador de tantos, fallecido a los 37 años después de padecer una serie de enfermedades persistentes, autor del librazo Vidas imaginarias, en el que aparece un prólogo que expone toda una poética de la construcción de la biografía. Así comienza:
La ciencia histórica nos deja en la incertidumbre acerca de los individuos.
El libro para las próximas dos semanas // 14 y 21 de septiembre // : Alma máquina, de George Makari.
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado con las restricciones formales de pocas sílabas y pocas líneas.
Cargo con el terruño en el bolsillo
Un día descubro que está ahí y me alegro:
Ese billete ya no está en circulación.
[Arriesgue el propio, que aquí siempre es bienvenido.]
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
Los cuatro números de esta semana son: 22 - 27 - 33 - 39
La preposición de esta semana es: Hacia
El elemento químico de esta semana: Vanadio [V]
La tonalidad ascendente: Ciruela
La tonalidad descendente: Calipso
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Araña que habla. [Enero - Febrero]
El nuevo espiritualismo es un estallido de terapias que a veces son espirituales en sentido estricto, que a veces son físicas y se confunden con la gimnasia consciente, pero que siempre están allá sin requerir demasiada coherencia.
Kraken miniatura. [Marzo - Abril]
El pensamiento creado por nuestra inteligencia es una de esas almas que no nos deja descansar hasta que le damos cuerpo, hasta que no la realizamos en hechos sensibles.
Gato bicéfalo. [Mayo - Junio]
La insatisfacción intelectual habla de un país incompleto o distorsionado. Como fuera, de algo que debía corregirse.
Esporas Interminables. [Julio - Agosto]
Los que creen sin ver son en todo caso mucho más venturosos que los que tienen la vista penetrante y perciben al punto la menor arruga en el rostro.
Moscardón. [Septiembre - Octubre]
La experiencia es extraordinariamente activa, pero no gira en el vacío endogámico. No hay generación espontánea de la experiencia, no hay espontaneidad de la experiencia, sino producción de alternativas que pueden estar, según las circunstancias, más o menos condicionadas por el poder simbólico.
Caldo primigenio. [Noviembre - Diciembre]
En verdad parece como si al presente los intereses en lucha fuesen más bien espirituales que materiales.
Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Beatriz Sarlo y Heinrich Heine.