Antes que nada, esto fue lo que sonó
Con este día obscuro el alma es un barrote;
Hermética, egoísta, desmiente la divina
Procedencia del hombre con su norma mezquina
Que no tiene una brizna siquiera de Quijote
¿No cuadraría el cuerpo cuatro manos de simio,
Y un encéfalo pobre, rudimentario, nimio,
Para que, por lo menos, cumpliera con su vida
Retozando en la selva bellamente florida?
—Alfonsina Storni, “¿Verdad?”
Esta semana fue una especie de tropiezo a la regularidad que ya traíamos: un libro por semana; un libro acordado entre ustedes y yo. Pero hubo esta pausa no planeada en una rutina que era, para mí por lo menos, muy agradable.
Tengo la sensación de que resistimos bastante. Es la primera falla, y aquí caben todas las frases de la industria de la motivación para no perder el paso: “lo importante no es la caída sino lo que hace uno al levantarse” y demás cosas.
Alegando el caso más favorable para mi causa, diría que el programa fue sobre también sobre un libro; aunque los fiscales contrargumentan que no se trató de un libro concertado entre ustedes y yo. Y así estas cosas de abogados…
El insospechado libro de esta semana fue Cartucho, de Nellie Campobello.
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El libro es una centella: el flash del deslumbramiento y el pasmo del estruendo. Tanto tiempo sin leerlo, sabiendo que estaba ahí, y sacándole la vuelta por prejuicio y falta de arrojo. Y ahora que lo hago, ¡qué maravilla estaba perdiendo!
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La primera edición de Cartucho se publicó en 1931. Nellie Campobello tenía 31 años. O 22. Depende de a quién se le crea. Tanto misterio tan fascinante y tan triste en la vida de la autora.
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“Mi tema era despreciados, mis héroes estaban proscritos. A Francisco Villa lo consideraban peor que al propio Atila. A todos su hombres los clasificaban de horribles bandidos y asesinos”, escribió.
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El libro está compuesto por relatos —así lo dice el subtítulo: “relatos de la lucha en el norte de México”—, pero no son solo eso. Son mecanismos de un lenguaje en intensa parquedad, artificios de voces, son cápsulas en el tiempo. Son mnemotecnia de una época sangrienta en una región de un país en guerra y son las impresiones de una niña inalcanzable.
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Comienza con una bellísima dedicatoria a manera de advertencia, o una bellísima advertencia a manera de dedicatoria: A Mamá, que me regaló cuentos verdaderos en un país donde se fabrican leyendas y donde la gente vive adormecida de dolor oyéndolas.
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En el prólogo a la edición de Era, Jorge Aguilar Mora escribe sobre lo que pasó con Cartucho en la historia literaria mexicana:
Es cierto que Cartucho no ha tenido el reconocimiento que merecen su singularidad y maestría narrativas; pero dada la naturaleza de la república literaria mexicana en el siglo XX, donde la única cualidad permanente es el olvido de su propia tradición, el caso de Cartucho no es excepcional.
Y más adelante dice:
Cartucho está justamente en todos esos vértices críticos de nuestros discurso histórico-literario: es quizás el libro más extraordinario donde se funden -sin solución de continuidad- la singularidad autobiográfica, el anonimato popular, la relación histórica, la transparencia literaria, la crónica familiar.
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Nellie Campobello, la autora y coreógrafa, murió en las circunstancias más tristes: prácticamente secuestrada por un matrimonio al que ella en un principio quiso ayudar y que lentamente la fue sometiendo y exprimiendo, de vida y de bienes. Los relatos son espantosos y su muerte pasó desapercibida por años. Mucho tiempo después, comisiones de búsqueda, procesos legales, encarcelamientos y liberaciones de por medio, apareció su acta de defunción: 9 de julio de 1986; enterrada en un pueblo de Hidalgo. El hallazgo sucedió en 1998.
Aquí hay un perfil sobre Nellie Campobello, firmado por Aurora Villaseñor y publicado en Gatopardo.
Aquí una columna firmada por Tanya Huntington sobre el caso de Campobello y dos ficciones, Whatever Happened to Baby Jane y Gaslight. Publicada en Literal.
Y este libro se ve crucial para ahondar en lo que pasó con la autora, aunque, advierto, no lo he leído: Nellie Campobello: Crónica de un secuestro, de César Delgado Martínez
El libro de la próxima semana //4 de mayo//: ¿Por qué no podemos dormir?, Darian Leader.
Y dentro de dos semanas //11 de mayo//: Diferentes razones tiene la muerte, María Elvira Bermúdez.
No hay columnas extra esta semana. Los pendientes se impusieron. Pero a cambio, una celebración de la tan esperada temporada de mangos:
Por favor, opine sobre el boletín. ¿Así va bien? ¿Qué le hace falta? ¿Qué le sobra? De antemano, gracias.
Como siempre una chulada de boletín, aunque debo admitir que extraño las columnas. Un abrazo, querido Pablo. Gracias por tan edificante labor.
Temporada de mangos XD. Lo de Cartucho, fantástico.