Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Cuando todos se vayan a otros planetas yo quedaré en la ciudad abandonada bebiendo un último vaso de cerveza, y luego volveré al pueblo donde siempre regreso como el borracho a la taberna y el niño a cabalgar en el balancín roto. Y en el pueblo no tendré nada que hacer, sino echarme luciérnagas a los bolsillos o caminar a orillas de rieles oxidados o sentarme en el roído mostrador de un almacén para hablar con antiguos compañeros de escuela. Como una araña que recorre los mismos hilos de su red caminaré sin prisa por las calles invadidas de malezas mirando los palomares que se vienen abajo, hasta llegar a mi casa donde me encerraré a escuchar discos de un cantante de 1930 sin cuidarme jamás de mirar los caminos infinitos trazados por los cohetes en el espacio. —Jorge Teiller, “Cuando todos se vayan”
El libro de esta semana y de la semana siguiente es Diario del ladrón, de Jean Genet.
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Según relatan los editores del libro, “dos son las ediciones «completas» de Diario del ladrón: la edición original y clandestina de 1948 (Skira) y la que se publica oficialmente («obra clandestina al descubierto», dirá Sartre) unos meses después, en 1949 (Gallimard). La edición de Gallimard es el resultado de una revisión de la primera edición, solicitada por el editor al autor.”
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Nací en París el 19 de diciembre de 1910. Era expósito y me resultó imposible saber nada más de mi estado civil. Al cumplir los veintiún años, obtuve una partida de nacimiento. Mi madre se llamaba Gabrielle Genet. Mi padre sigue siendo desconocido. Vine al mundo en el n.º 22 de la Rue d’Assas.
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Si me resulta imposible describiros el mecanismo, al menos puedo decir que, lentamente, me esforcé por considerar aquella mísera vida como una necesidad voluntaria. Nunca intenté convertirla en lo que no era, no busqué adornarla, enmascararla; al contrario: quise afirmarla en su sordidez exacta y los signos más sórdidos se convirtieron para mí en señales de grandeza
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Dice Lorrie Moore en uno de esos ensayos en los que reflexiona sobre su quehacer y su oficio como escritora, algo sobre la reflexión durante el acto de escritura:
Creo que es algo común que los escritores en actividad se queden un poco enn blanco cuando se hacen a sí mismos preguntas demasiado fundamentales sobre lo que están haciendo. Esto tiene que ver, en parte, con la pérdida de perspectiva que tiene lugar cuando se está tan inmerso en algo. Y en parte, tiene que ver simplemente con no tener idea.
Y más adelante, continúa diciendo esto:
Es crucial como especie matenernos interesados en nosotros mismos. Cuando ese interés desaparezca, daremos un paso al vacío, nos endureceremos coo rocas, explotaremos y desapareceremos. El arte ha sido dado para mantenernos interesados y comprometidos —antes que distraidos por el materialismo o saciados por el aburrimiento— de forma que podamos apegarnos a esta vida, una vida que de otra manera podría ser insoportable.
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En 1935, Roger Caillois escribió un ensayo que ahora es bastante famoso, “Mimetismo y psicastenia legendaria”. En ese ensayo desarrolla muchas ideas sobre la relación entre el mimetismo y el espacio. No necesariamente como función defensiva, sino como una relación peculiar con el espacio. Y ahí escribe esto (solo lo encontré en inglés):
Matters become critical with represented space because the living creature, the organism, is no longer located at the origin of the coordinate system but is simply one point among many. Dispossessed of its privilege, it quite literally no longer knows what to do with itself.
Y más adelante, casi al final del ensayo, dice esto:
Under its influence life seems to lose ground, to blur the line between organism and environment as it withdraws, thereby pushing back in equal measure the bounds within which we may realize, as we should, according to Pythagoras, that nature is everywhere the same.
También leímos una de las “Cartas a un joven disidente” de Christopher Hitchens, ese personaje polémico y polemista. Fue la tercera, que inicia así:
Muchas gracias por preguntar por la mano. Las cicatrices ya están cerradas. Y ahora comenzó la rehabilitación. Y está tremendo el dolor. No me lo esperaba. Pero ahí va.
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Los buenos de todas las épocas son los que cultivan a fondo los pensamientos antiguos y los aprovechan.
La conciencia es la última y más tardía evolución de la vida orgánica y, por consiguiente, lo más inacabado y frágil que hay en ella.
Pensamos demasiado rápido y sobre la marcha, en medio de problemas de todo tipo, aunque se trate de las cosas más serias.
Perdonar no es más que un término multiusos que se menciona con aprobación en lo concerniente a tratar con una injusticia.
El proceso de perdón es en sí mismo un proceso inquisitivo severo.
La producción de confianza debe ser una preocupación continua en las sociedades decentes.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Friedrich Nietzsche y Martha C. Nussbaum.
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