TSH 24.01.24
Antes que nada, no hubo programa porque el grillete laboral me mantuvo amarrado al escritorio de oficina. Sin embargo, de haber podido zafarme, esto habría sonado:
ya comprendo la verdad estalla en mis deseos y en mis desdichas en mis desencuentros en mis desequilibrios en mis delirios ya comprendo la verdad ahora a buscar la vida —Alejandra Pizarnik, “Solamente”
Esta semana no hubo programa porque me atenazaron los pendientes. Y pensando en eso, recordé que hace tiempo descubrí algo que no conocía de uno de los oficinistas más famosos de la modernidad.
Esto no me lo sabía del Sr. Franz Kafka. Que contrario a lo que tenía en mente, no fue una especie de Bartleby en su día a día laboral. Según Stanley Corngold en un libro dedicado a la vida del señor K en su oficina,
In the years 1908–1922 Franz Kafka, a Doctor of Laws, rose to a high-ranking position at the Workmen’s Accident Insurance Institute for the Kingdom of Bohemia in Prague (called, after 1918, the Workmen’s Accident Insurance Institute for the Czech Lands). During the war years he was its virtual CEO. Kafka was not a “little clerk,” as were Italo Svevo and Fernando Pessoa.
Y más adelante:
He wrote his prose poetry, not after a day’s restful-restive finger exercises at an anonymous office but typically after writing or dictating briefs of considerable intricacy and social importance.
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En un manual de 1955 titulado The Office Encyclopedia, dedicado a dar datos prácticos y referencias para “el ejecutivo y la secretaria”, ofrecen algunas ideas como los telegramas cantados que se pueden solicitar en Western Union para sorprender a alguien en el día de su cumpleaños. (Se cobra lo usual por un mensaje, más una cuota extra de veinticinco centavos de dólar y están disponibles en 269 ciudades de Estados Unidos).
Otros datos importante que ofrece son las partes de la correcta carta de negocios. 1. Encabezado. 2. Dirección interior. 3. Salutación. 4. Cuerpo de la carta. 5. Cierre complementario. 6. Firma. 7. Iniciales de identificación.
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El dominicano Pedro Herníquez Ureña murió de un infarto en un tren en Argentina en 1946. Iba de un trabajo a otro. Así lo cuenta Leila Guerriero en su ensayo “El extranjero”. Cita a Ernesto Sábato, que recordó en algún texto a su maestro Ureña:
Aquel humanista excelso, quizás único en el continente, hubo de viajar durante años y años entre Buenos Aires y La Plata con su portafolio cargado de deberes de chicos insignificantes, deberes que venían corregidos con minuciosa paciencia y con invariable honestidad en largas horas nocturnas que aquel maestro quitaba a los trabajos de creación humanística. ‘¿Por qué pierde tiempo en eso?’, le dije alguna vez, apenado al ver cómo pasaban sus años en tareas inferiores. Me miró con suave sonrisa y su reconvención llegó con pausada y levísima ironía: ‘Porque entre ellos puede haber un futuro escritor’. Y así murió un día de 1946: después de correr ese maldito tren, con su portafolio colmado, con sus libros. Todos de alguna manera somos culpables de aquella muerte prematura. Todos estamos en deuda con él.
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¿Cómo lo expresó Frieda Fromm-Reichmann? «Podría ocurrir que la empatía del interlocutor se bloquee por la angustia que le causan los efluvios de la soledad de la otra persona». Esto es lo más aterrador para quien se siente solo: el instinto de ser literalmente repulsivo, que inhibe el contacto en el preciso instante en que más se necesita.
Una de las frases del libro de la semana pasada, esta y la que viene es La ciudad solitaria, de Olivia Laing.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El elemento anatómico de la semana: Cápsula de Bowman
El elemento meteorológico de la semana: Amihan
Insulto de la semana: Majareta
El ser vivo de la semana: Leptailurus serval
La tonalidad ascendente: Rosa shocking
La tonalidad descendente: Musgo
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Toda la maquinaria de la sociedad está orientada a crear insatisfacción con lo que tienes.
Si debemos querer una cosa, entonces tenemos que tener una relación adecuada con el bien.
El dilema entre libertad y coacción, en cierto sentido, se encuentra en el centro de toda la pedagogía: nos tienen que obligar a recibir educación para que seamos capaces de ser libres.
El cambio más radical que cabe imaginar en la condición humana sería la emigración de los hombres desde la tierra hasta otro planeta.
Mientras la necesidad hacía del trabajo algo indispensable para mantener la vida, la excelencia era lo último que cabía esperar de él.
Ser visto y oído por otros deriva su significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Svend Brinkmann y Hannah Arendt.