TSH 23.10.24
Antes que nada, esto es lo que sonó:
La fábrica de zepelines necesitaba obreros, cierto…, pero, de pie en la jaula del vientre de la ballena, chispas en las articulaciones y un ruido como de truenos, Thomas quería sentarse y ponerse a llorar, así no más. Esa primavera se bautizó a la tercera nave aérea en tamaño una broma enorme para la ciudad aunque todos fueron al bautismo. Llegó el viento, “El Akron” flotó fuera de control, tres hombres arrastrados— uno cayó y se salvó, uno siguió colgado pero el tercero, una falla en los músculos y la adrenalina, cayó arañando el aire, doscientos metros hacia abajo. Thomas en la noche, en el terreno baldío: Aquí estoy, intacto y con el corazón desmayado. Thomas, que esconde el corazón con el sombrero en el partido de fútbol, mirando arriba, al dirigible de Goodyear. Amigo, sé que estás ahí dentro. —Rita Dove, "La fábrica de zepelines"
El libro de la semana pasada, y el de esta fue Enero, de Sara Gallardo. Ya ha habido varias entregas del boletín dedicadas a ese libro.
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La obra de Gallardo incluye seis novelas, un libro de cuentos, algunos libros infantiles y varias compilaciones post mortem de su obra periodística. Y entre estas últimas, recientemente se publicó una compilación de textos de viaje. Vivir de viaje se llama. Esto cuenta Lucía de Leone en el prólogo al libro:
Además, es un secreto a voces que cuando las transacciones entre la casa, la profesión y el trabajo se volvían impracticables, Sara se inventaba un viaje cortito. Hacía las valijas, despedía a sus hijos, cargaba la máquina y partía hacia algún cuarto de hotel o un departamento prestado desde el que los llamaba por teléfono antes de dormir. Un viaje inventado, como excusa para conectarse con la escritura en silencio, a solas, para enfrentarse consigo mismo y combatir los propios demonios.
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Sylvia Plath y Anne Sexton coincidieron en una clase en la Universidad de Boston. La clase la daba Robert Lowell. Y después de las clases ellas dos y un poeta, George Shamrock, iban al Ritz a beber, “tres o cuatro, o dos martinis”. Y en el libro que relata esta relación, Gail Crowther relata pormenores y detalles sobre la vida de ambas autoras e interpreta desde este momento aquellas vidas:
Whatever was thrown at them, Plath and Sexton took it and hung on to their self-belief, though of course we cannot really know what it took for them to do that.
Part of the problem was summed up by one of their contemporaries, Adrienne Rich, who observed that "I have a sense that women didn't talk to each other much in the fifties -not about their secret emptinesses, their frustrations... There was little support for the idea that another woman poet could be a source of strength or mutual engagement".
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Luz Aurora Pimentel, en su libro El relato en perspectiva dice esto sobre el punto de vista:
En un primer momento definiremos el punto de vista, o perspectiva narrativa, en los términos de Gérard Genette, como "una restricción de 'campo' que es en realidad una selección de la información narrativa", lo cual implica "la elección (o no) de un 'punto de vista' restrictivo".
Y más adelante complica mucho más la cosa:
La perspectiva queda definida en términos de una limitación y de una filiación. Atendiendo al primer parámetro, son cuatro las perspectivas que organizan un relato: 1) la del narrador, 2) la de los personajes, 3) la de la trama, y 4) la del lector. […] La orientación temática de los distintos planos en los que se puede articular una perspectiva nos señala ya una postura frente al mundo, un punto de vista […] Hablaremos entonces de puntos de vista que podría agruparse en siete planos: espaciotemporal, cognitivo, afectivo, perceptual, ideológico, ético y estilístico.
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Philip Zimbardo, el psicólogo famoso por el Experimento de la prisión realizado en la Universidad de Stanford en 1971 falleció recientemente. Más allá de la triste noticia para su familia, es un buen momento para volver a aquel hito de la psicología social.
El esquema es harto conocido: un grupo de doce hombres en el sótano de uno de los edificios de la universidad. Por azar se sortean roles: prisioneros y celadores. Y el plan eran dos semanas de observación de esta conducta. Lo que sucedió se sabe, a los seis días se abandonó todo por los abusos, la crueldad y los maltratos de los guardias a los prisioneros.
Lo que no se conoce tanto fue el papel de Zimbardo en todo esto. Resulta que no fue violencia espontanea: había instrucciones claras de los investigadores a los guardias. E incluso Zimbardo hacía el papel de director de la prisión, interviniendo directamente en el experimento que pretendía observar.
Lo fascinante es que la mayoría de los guardianes del experimento de la prisión de Stanford no cedieron a las presiones de actuar con mano dura. Dos tercios no participaron en los juegos sádicos y un tercio no dejó de mostrarse amable con los prisioneros, para gran frustración de Zimbardo y su equipo de investigadores. Uno de los guardianes renunció incluso la víspera del experimento, porque no estaba de acuerdo con las instrucciones.
Esto relata el historiador holandés Rutger Bregman en un capítulo dedicado a desmitificar y criticar el famoso experimento.
También leímos un cuento de Leonora Carrington. Se llama “El séptimo caballo”. Y así comienza:
Una entrega más de la sección, la del Taller (que no es un taller), un espacio donde encontrará usted alguno que otro ejercicio de escritura que pueda servirle o no para profundizar en su relación con el acto escritural.
En la sesión de hoy: la excusa.
La misión, si decide usted aceptarla, es observar con mucho detenimiento su propio arsenal de excusas para no escribir. Sabemos, usted y yo, que las tiene y que dispone de ellas como si se tratara de sombreros o de mascadas: como un buen complemento para la vida cotidiana. Ahora el ejercicio. En esta ocasión es sencillo. Solo requiere una hoja de papel, un lápiz o una pluma y una goma:
Con cuidado escriba en la hoja la excusa considera que usa con más frecuencia. Escríbala como un enunciado con la siguiente formulación: “No escribo porque… [inserte aquí la excusa]”.
Abajo de esta, escriba la que considera que usa con segunda mayor frecuencia, con la misma formulación.
Y así sucesivamente hasta que ya no se le ocurran excusas realistas y pertinentes para explicar por qué no escribe.
Ahora, tome la goma, y con mucho cuidado, borre del primer enunciado en la lista la palabra inicial, la palabra: “No”.
Repita la operación de borrado con cada uno de los enunciados.
Relea las frases y descanse.
Pegue la lista en un lugar por el que pase a diario.
Y la pregunta: ¿dónde entregar los resultados del ejercicio? Si desea, aquí hay un sitio —nostalgia de los blogs de hace varios años—, donde se irá convocando y reuniendo este taller que no es un taller. (Y si no funciona, porque no hay taller (que no es un taller) sin complicaciones, mándelo aquí mismo como comentario.)
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 40% de ustedes dicen que siempre han vivido en la misma ciudad.
El 50% de ustedes dicen que han vivido en dos a cuatro ciudades distintas.
El 8% de ustedes dicen que han vivido en cuatro a seis ciudades distintas.
El 2% de ustedes dicen que han vivido en más de siete ciudades distintas.
Regresó la columna, ¿Suerte?, una oferta de datos y hechos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
La cifra de la semana: 2,100, el promedio de aterrizajes y despegues diarios en el aeropuerto más movido del mundo, el Hartsfield-Jackson de Atlanta, en Estados Unidos.
El personaje mitológico de la semana: Anansi, la araña del folclor afrocaribeño.
La doctrina filosófica de la semana es: Atomismo
El símbolo ortotipográfico de la semana es: La barra invertida (unicode U+005C)
El objeto astronómico de la semana es: La constelación Fornax
La tonalidad ascendente de la semana: Rosa Mountbatten
La tonalidad descendente: Marengo
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
¿Cómo sería eso de disponer de cuatro años y tres meses para observar cómo iba aproximándose a nosotros la destrucción inevitable, sabiendo que cuando por fin llegase nos arrancaría de golpe la piel de los huesos?
Cuando se te apague la chispa, todas las moléculas que posees se desprenderán de ti, o se dispersarán, y pasarán a utilizarse en algún otro sistema.
Hay algunas pruebas que indican que la pauta puede ser una serie de explosiones catastróficas, seguidas de un largo periodo de quietud.
Había pasado mucho tiempo desde que estábamos todos juntos en casa, seguros, protegidos.
No había espacio ni tierra donde plantar flores o árboles. Pero no era tan pobre el barrio como para que no floreciese en él la amistad.
Como no había aceptado aún el carácter irrevocable de la muerte, yo creía vagamente en la existencia de una vida ultraterrena.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Bill Bryson y Angela Davis.