TSH 23.04.25
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Un libro es como un molde que se le aplica a algo sin forma. La cosa sin forma de la que hablo es la intersección entre los días y el espacio. El espacio es antes que nada mi barrio. Oh cómo amo mi barrio! O quizás lo que amo es ir siempre a los mismos lugares y hacer las cosas de siempre, comprar la cinta aisladora para arreglar la manguera, buscar la verdulería que tenga más baratas las cerezas, tomar todos los días un café en el mismo bar a la misma hora. Es que para que la cosa sin forma brote, los días tienen que ser siempre iguales. Entonces llega el libro, el molde que se coloca sobre esa mezcla de mis células y las calles de Once, el libro es como un molde de aluminio acanalado que uso para cocinar, son los litros de sangre corriendo por mis venas, que quizás alguna vez fueron el agua de algún río que antes corría por donde ahora hay cemento; molde, sangre, calle, tiempo, libro. —Cecilia Pavón, "Un libro"
Fue el cumpleañitos del libro y en el programa le hicimos su festejo.
Es particularmente adecuado que el invento que transformó la cultura escrita en el siglo XV no haya sobrevivido al paso del tiempo. Que no exista la prensa de tipos móviles que inventó Gutenberg, que no haya diagramas o manuales realizados por él, que las versiones conocidas se hayan tenido que construir a partir de imágenes o construcciones realizadas mucho tiempo después, es motivo de encanto.
Y más. No se sabe exactamente cuándo nació Gutenberg. El año —1400— que se da para su fecha —24 de junio— es convención posterior obediente a la fama de su posteridad. Tampoco hay un retrato, sus huellas en el pasado son endebles. Algunos juicios, uno de ellos provocados por una supuesta “promesa de matrimonio incumplida”.
La biblia suya, originalmente estaba pensada para imprimirse en pergamino, pero se requerían entre 180 y 250 terneros por ejemplar. Por eso solo hizo unas cuantas así y las demás fueron realizadas en papel. Y sus socios, los que ya lo andaban correteando para que les pagara los créditos, fueron los que terminaron el proceso y lo echaron de la sociedad por insolvente. No terminó en la penuria gracias a una pensión de un potentado. A la fecha hay solo 21 biblias de 42 líneas completas en existencia.
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Enfrentado con un texto escrito, el lector tenía la obligación de prestar su voz a las letras mudas, las scripta, para permitirles convertirse, según la cuidadosa distinción bíblica, en verba, palabras habladas, espíritu. Los idiomas primordiales de la Biblia —el arameo y el hebreo— no distinguen entre el acto de leer y el de hablar; ambas acciones se designan con la misma palabra.
Escribe Alberto Manguel en su ensayo “Los lectores silenciosos”.
Pero por medio de la lectura silenciosa el lector era, por fin, capaz de establecer una relación irrestricta con el libro y las palabras. Éstas ya no necesitaban ocupar el tiempo requerido para pronunciarlas. Podían existir en un espacio interior, precipitándose o apenas empezadas, totalmente descifradas o dichas sólo a medias, mientras los pensamientos del lector las inspeccionaban con calma, extrayendo de ellas nuevas ideas, permitiendo comparaciones con la memoria o con otros libros que se mantuvieran abiertos para estudiarlos simultáneamente. El lector tenía tiempo para considerar y reconsiderar esas valiosas palabras cuyos sonidos —ahora lo sabía— podían resonar tanto en su interior como en el exterior. Y el texto mismo, protegido de los intrusos gracias a su cubierta, se convertía en una posesión personal del lector, en un conocimiento íntimo, tanto en el atareado recinto de los copistas como en el mercado o en el hogar.
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Roger Chartier, el historiador al dar su discurso de entrada al Collège de France, nos recordó una de aquellas invenciones fascinantes. Minúsculas, pero fascinantes:
Entrar en la Sierra Morena con Don Quijote conduce a reconocer un objeto olvidado por la historia de la cultura escrita, el "librillo de memoria" que el francés del siglo XVII traducía por "tablettes". En los "librillos de memoria" era posible escribir sin tinta ni pluma; sus páginas, cubiertas por una fina capa de barniz, se borraban fácilmente y se volvían a usar.
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Otro de esos anónimos del pasado, fue el autor de este poema:
Odio y amo. Por qué hago esto, quizá te preguntas No lo sé, pero siento que es así y me atormento.
Catulo vivió treinta años. Era un provinciano en Roma; venía de Verona y su obra se rescató del olvvido gracias a un único manuscrito. Se halló en la misma ciudad de su nacimiento, en 1305. Lo encontró un literato de la época y después de varios manoseos, llegó al escritorio de Petrarca, quien hizo mucho por asegurar su posteridad.
Aquí el fragmento de un poema más que bien podría servir para apadrinar a quienes estén por recibir visitas y les provoque algo de ansiedad el asunto:
En unos pocos días y en mi casa, cenarás hasta hartarte si los dioses, oh Fábulo, te dejan y… si traes una cena copiosa, una muchacha guapa, el vino, la sal y muchas risas. Si, como digo, vienes con todo esto, has de cenar muy bien, querido amigo, pues lo que es el bolsillo de Catulo solo de telarañas está lleno.
También leímos un ensayo de Martín Kohan sobre la biblioteca. Se titula “Separación”. Así comienza:
Está compilado en el libro Bibliotecas, editado por Ediciones Godot.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 41% de ustedes dicen que cuando van a dar un regalo en una ocasión importante suelen dar un detallito, algo sencillo.
El 2% de ustedes dicen que cuando van a dar un regalo en una ocasión importante suelen dar algo a puro lujo y esplendor.
El 1% de ustedes dicen que cuando van a dar un regalo en una ocasión importante suelen dar algo de broma.
El 56% de ustedes dicen que cuando van a dar un regalo en una ocasión importante suelen dar algo significativo y muy personal.
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
De vez en cuando descubres el bolígrafo perfecto y lo llevas contigo a todas partes hasta que un día lo pierdes.
La casa representa cómo nos gustaría ser y estar en la tierra: permanentes, enraizados, eternamente aquí. Pero la acampada representa la verdadera realidad de las cosas: solo estamos de paso.
Quería reparar los muros, pero, al mismo tiempo, dar vía libre a la fauna que se negaba a reconocerlos.
La estupidez es tan multiforme y heterogénea como la inteligencia, y ambas están llenas de opuestos. Y reconoces la estupidez, como también la inteligencia, por el tono.
Escribir para cualquier cosa que no sea la obra misma es condenar la obra a un día y nada más.
La principal virtud del crítico es la de saber ver.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Roger Deakin e Marina Tsvietáieva.