Antes que nada, esto fue lo que sonó.
Cansado
¡Sí!
Cansado
de usar un solo brazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.
Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.
Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita
degenerado,
enano.
Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.
– Oliverio Girondo “Cansancio”
El libro de esta semana fue Suicidio, de Édouard Levé. A los veinticinco años, un amigo no nombrado del narrador, decide suicidarse. En segunda persona y prosa escueta, el libro va retratando al amigo muerto, al tiempo que interroga, supone, y plantea ideas sobre los motivos, las consecuencias y las resonancias de su acto.
El libro sin embargo, no termina ahí. El manuscrito fue entregado al editor. Y poco tiempo después, Levé mismo se colgó en su casa de París.
Este acto, para el purismo del texto por el texto, ese último gesto, lejano –en apariencia– del manuscrito, de la textualidad que compone al manuscrito, es superfluo, anecdótico, ingrávido para la lectura textual.
Pero sabemos que no. O intuimos que no. Intuimos que hay un cierre, una continuidad. Una textura en la esfera llamada realidad de la esfera llamada texto. Hay un traslape, un pliegue, un doblez consciente y, aquí es lo más extremo y lo más desconcertante, porque se trata del doblez más devastador, el que cancela toda posibilidad, el que cierra todas las puertas y todas las ventanas, el que hace que los hechos se detengan.
O quizá exagero.
Esto escribió Hugo Wilcken, en la revista Frieze en 2010, sobre Levé:
Levé grew up in the wealthy Paris suburb of Neuilly. A business school graduate, he briefly worked in the corporate world before switching to art in 1991. Over the next few years he painted abstract canvases in his Paris atelier, but burned most of them on returning from a long trip to India. Soon after, he reinvented himself as a conceptual photographer. For his first project, ‘Homonyms’ (1996–9), Levé scoured the phone directory for people who shared their name with figures he admired (such as Yves Klein, André Breton and Georges Bataille), and then asked to photograph them. Although the series lacks the visual éclat of his later works, Levé’s key themes are already in place: the notion of the double; the ‘fiction of identity’ (as he once put it in an interview); the fascination for generic codes of representation.
Una nueva entrega de la columna de opinión semanal: “Por eso, pero ¿cómo?”, la serie de consejos no solicitados para problemas cotidianos.
Por eso, pero ¿cómo renegar sin que se note?
Hay que decir desde un principio que estos consejos aplican al reniego laico –en menesteres religiosos es mejor no meterse; la magia es canija y las consecuencias pueden ser funestas.
En reniego desapercibido plantea dificultades en varios frentes: el auditivo, el olfativo y el de la disposición corporal. Por ello hay que desmenuzar los consejos para cada uno de los tres
En el frente auditivo, lo que hay que atajar es el pujido involuntario, esa variante de la queja que es provocada por un rechinido del sistema nervioso periférico al enfrentarse a estímulos desagradables. La manera más común de lograr librar este pujido es vencerlo por volumen: mantenga siempre algún tipo de escándalo: tos, eructos, flatos, constante tamborlieo de manos, expresiones guturales monosilábicas acompasadas, o algunas otras. Así, un simple pujido pasará inadvertido y no delatará el reniego que lo provocó.
En el frente olfativo, lo que hay que atajar es el distintivo perfume del enfado. Se sabe que en ese buqué predominan las cerezas negras, el grafito, la trufa negra, el cuero de botas Dr. Martens, tinta china y regaliz. La manera más usual de desviar la atención es decir con insistencia y suma convicción que el ambiente está enrarecido y que algo apesta en este lugar. Así, revueltas las expectativas de nuestras y nuestros interlocutores, su reniego pasará inadvertido.
En el frente de la disposición corporal, el calambre de los hombros, el reflejo de los músculos del cuello que lanzan la cabeza hacia atrás, las cejas alzadas, el chasquido de la boca y las palmas elevadas hacia el cielo en señal de desafío, plegaria o alabanza, son los gestos a evitar. En vista de l a complejidad, lo más certero sería intercalar en el andar o en el reposo un esporádico movimiento brusco de extremidades superiores y músculos faciales. El tipo y la intensidad son al gusto. La periodicidad también, salvo que no debe pasar mucho tiempo sin que aparezcan. La recomendación es poner una alarma en el teléfono para no olvidar, por ejemplo, inflar los cachetes y exhalar al tiempo que se hacen dos o tres sentadillas.
Una nueva entrega de la columna Los libros no se rayan:
“Our vegetable love should grow
Vaster than empires, and more slow…” (Andrew Marvell)“Tu vida fue menos triste de lo que tu suicidio podría hacer creer. Se ha dicho que moriste de sufrimiento. Pero la tristeza no era tanto tuya como de quienes te recuerdan. Moriste porque buscabas la felicidad a riesgo de encontrar el vacío.” (Édouard Levé)
“Un diccionario se parece más al mundo que una novela, pues el mundo no es una secuencia coherente de acciones, sino una constelación de cosas percibidas.” (Édouard Levé)
“These weeds have come, and will come again, time immemorial, time without end. It is as well to remember this, for humans believe against all evidence in stasis, though the history of the world does clearly testify that it is rot and regeneration that will be our lot.” (Olivia Laing)
Para evitar el escándalo inicial, se dijo que Tennessee Williams había sido hallado muerto en su cuarto de hotel, asfixiado por la tapa de un frasco de gotas para los ojos.
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Y la siguiente?
Esta bitácora estuvo increíble, gracias.