TSH 22.11.23
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Cuando la puerta recuerda cuando la mesa recuerda cuando la silla el armario el aparador la ventana recuerdan cuando recuerdan intensamente sus raíces sus savias sus hojas sus ramas todo lo que en ellos habitaba los nidos y las canciones las ardillas y los monos la nieve y el viento —un escalofrío recorre la casa que vuelve a ser bosque entonces solo oigo el manantial que fluye y un fuego arde en torno a mí para calentar mi noche helada de viajero profundo —Hamid Tibouchi, “Cuando la puerta recuerda”
El libro de esta semana y de la semana que viene es Dominio, de Claudina Domingo.
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La novela tiene dos niveles. Dos historias personales y testimoniales. La primera es una historia que sigue a una narradora, identificada o muy cercana a la autora, que nos cuenta una experiencia cercana a la muerte:
La postmoribundez de la vida real tiene colores menos deslumbrantes que en el cine o la literatura.
La segunda es el relato de las memorias adolescentes —del deseo incipiente, de las exploraciones de los límites de la individualidad, de los careos con la fronda del mundo adulto— de esa misma narradora:
Durante dos años mis pintas serán así: una levitación solitaria que me permite escapar del calabozo de una aburrida pubertad cómoda. No vivo en una casa llena de gritos, nadie me viola o me pega ni tengo que trabajar, pero estoy dolorosamente consciente de que el tiempo se extiende y se solaza, como un suplicio, en mi cuerpo todavía incompleto.
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Algo muy lindo y muy certero escribe Luis Felipe Fabre sobre la novela:
En tiempos donde lo “real” se ha convertido en una especie de mercancía artística y literaria, la verdad de Dominio resplandece. ¿Pero qué es verdad? ¿Qué es real? En este libro extraordinario la verdad es, vuelve a ser, una experiencia poética del lenguaje.
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Vivian Gornick, la jefa viva de la narración personal, de la personal narrative, hace un análisis y un retrato de ese modo de escritura en La situación y la historia. Ahí define así de qué va la cosa:
Los textos a los que llamamos de narrativa personal están escritos por personas que, en esencia, están imaginándose solo a sí mismas: en relación con el tema que las ocupa. La conexión es de carácter íntimo; de hecho, es crítica. De la materia prima del propio yo indisimulado de un escritor, se moldea un narrador cuya existencia sobre la página es fundamental para el relato que se nos cuenta. Este narrador se convierte en personaje. Su tono de voz, el ángulo de su visión, el ritmo de sus frases, lo que escoge observar o ignorar, se elige con la idea de servir al tema; aunque al mismo tiempo la forma en que el narrador –o el personaje– ve las cosas es, en gran medida, la cosa que es vista
Y más adelante nos advierte algo que de pronto se olvida:
Penetrar en lo conocido no es en absoluto un hecho consumado. Más bien al contrario, es una labor ardua, muy ardua.
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En “The Seam of the Snail” un ensayo conmovedor sobre las diferencias entre su madre y ella, Cynthia Ozick la describe con frases muy precisas:
She thought herself capable of doing anything, and did everything she imagined. But nothing was perfect. There was always some clear flaw, never visible head-on. You had to look underneath, where the seams were. The corn thrived, though not in rows. The stalks elbowed one another like gossips in a dense little village.
She was an optimist who ignored trifles; for her, God was not in the details but in the intent
She was all profusion, abundance, fabrication
El ensayo está incluido en el libro Metaphor and Memory, que tiene versión en español publicada por la editorial argentina Mardulce.
Además, leímos un cuento de Roald Dahl. Traducido como “El hombre del sur”, e incluido en el volumen Relatos de lo inesperado. El original se publicó en la revista Collier’s en 1948. Esto dice en algún momento:
—No es una locura. Usted enciende su mechero diez veces y el Cadillac es suyo. Le gustaría tener un Cadillac, ¿verdad?
—Claro que me gustaría tener un Cadillac —el cadete seguía sonriendo.
—De acuerdo, yo apuesto mi Cadillac.
—Y ¿qué apuesto yo? —preguntó el norteamericano.
El hombrecillo quitó cuidadosamente la vitola del cigarro todavía sin encender.
—Yo no le pido, amigo mío, que apueste algo que esté fuera de sus posibilidades. ¿Comprende?
—Entonces, ¿qué puedo apostar?
—Se lo voy a poner fácil. ¿De acuerdo? Tiene que ser algo de lo cual usted pueda desprenderse y que en caso de perderlo no sea motivo de mucha molestia. ¿Le parece bien?
—¿Por ejemplo?
—Por ejemplo, el dedo meñique de su mano izquierda.
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El 41% de ustedes se refieren a las fibras de queratina que crecen en la cabeza como “pelo”.
El 45% de ustedes se refieren a las fibras de queratina que crecen en la cabeza como “cabello”.
El 12% de ustedes se refieren a las fibras de queratina que crecen en la cabeza como “pela”.
El 1% de ustedes se refieren a las fibras de queratina que crecen en la cabeza con alguna otra variante.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El elemento anatómico de la semana: Órgano de Corti
El elemento meteorológico de la semana: Williwaw
Insulto de la semana: Zarrapastroso
El ser vivo de la semana: Cynomys ludovicianus ludovicianus
La tonalidad ascendente: Azur
La tonalidad descendente: Corinto
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Porque la conexión es ante todo la señal de que al otro lado hay vida.
Trabajo y descanso, vidas públicas y vidas privadas fluyen en el cuarto propio conectado con la única frontera que los horarios y la voluntad de cada cual se autoimponga, renegociando actividades y usos con aquellos que compartimos vida y hogar.
Por mucho tiempo, la habitación doméstica ha privado a quienes recluía entre sus paredes de la posibilidad de hacer personalmente su propia historia.
El autor cree que el lector no aprecia su empleo y que menosprecia el esfuerzo que le ha dedicado. El lector se siente incómodo con un documento excesivo que le complica el trabajo más que facilitárselo.
Hay que tener en cuenta que, antes de empezar a leer, ya tenemos «unas primeras impresiones» de un escrito.
La negación es más difícil de comprender.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Daniel Cassany y Remedios Zafra.