Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Leve ráfaga de viento
que roza y pasa
como tierna caricia
que se frustra
apenas iniciada
- Amparo Dávila.
Esta semana no hubo libro. ¡Qué vértigo!
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Leí un ensayo sobre el tiempo altamente recomendable. Aquí está Se llama “Temporal Belonging”, lo escribe Lauren Collee y aparece en la publicación REAL LIFE. Me llamó la atención porque se enfoca en cómo entender la organización de nuestro tiempo. Nuestro tiempo personal, ese que siempre nos parece poco, que siempre nos parece que avanza demasiado rápido, ese tiempo es el que tenemos mil maneras de organizar. O de desorganizar.
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Our relationship to the elusive flow of “natural time” is presumed to be in crisis, just like our relationship to the wider “natural world.”
“Natural time,” however, proves difficult to define: Is it the regimented rhythm of the clockface, or is it the movement of the moon and stars that governed social rhythms before it?
Esa pregunta, esa interrogante está al centro del texto
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Y entonces vivimos jaloneadas y jaloneados por las exigencias de que debemos dormir un chingo más porque nos estamos garantizando una vida de alzheimer, de demencia, de artritis, de pesadumbre mortal y de distracción por el déficit de sueño. Pero también por los imperativos de la productividad, de la sociabilidad y demás imperativos de la sociedad y el sistema en el que vivimos y del que no podemos escapar.
Y entre todo este jaloneo, queda entonces una interrogante: ¿Qué es el tiempo natural? ¿El que nos parecen dictar los relojes? ¿O el movimiento de los astros que estructuró a las sociedades y lo ha hecho desde hace tiempo?
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Y el gran añadido de Collee con su ensayo a esta discursión es la consideración de la internet. ¿Qué pedo con internet? ¿Impone su propio tiempo? Inauguramos ya, con su ubicuidad, el tiempo universal, o el tiempo internet. Esa zona como en los casinos en las que no estamos en ningún horario específico, porque la pantalla, el rectángulo mítico, el portal de LED, es una zona franca para nosotros.
In seeking an objective sense of time to structure our experiences of the internet, we ignore the fact that time is fundamentally relative. We need new ways of theorizing time in the digital age, which don’t presume the existence of a static, natural relationship to time, common to all.
Una de las conclusiones es la idea de relatividad. Hay que pensar nuevas maneras de concebir el tiempo que permitan dar cuenta de la relatividad de ese concepto.
También hablamos de los libros que se dejan a la mitad, de los libros que solo se pizcan para sacar una referencia y nunca más se hojean:
El reclamo de los libros olvidados. Es una constante de las pesadillas. Que los libros que no se terminan quedan como pendientes kármicos. Horrores y penas, ideas que nunca más se recuperarán. O quizá, la maldición secreta es que nunca más se vuelve al libro que se trata con tan literal utilitarismo.
Se escuchan los reclamos desde la estantería, desde la pila de libros en el escritorio. Grititos, pero claros. Exclamaciones que por virtud de la densidad del papel llegan al oido como un susurro, como una corriente de aire, una tos que viene del departamento de abajo, de la calle apenas transitada.
Fueron necesarios, sacaron del apuro, sirvieron para aprobar la materia, para entregar el trabajo, para concluir una relación con una frase certera. Qué épocas aquellas en las que las palabras certeras se buscaban en volúmenes, en fotocopias, en las que los dedos eran tijeras y pegamento para hacer el collage de las ansiedades.
Se podría decir que los libros no se terminan, se abandonan. Porque el punto final es una ficción, es siempre un punto y seguido. Y en ese sentido el reclamo, el murmullo es de todos los libros del librero. Léeme. Vuelve. Una vuelta que no llega. Pero que siempre está pendiente, que siempre está posible.
El reclamo de los libros mal leídos, o leídos así, para pizcar, por compromiso, sin mucha más intención que descubrir un párrafo o dos, que sacarle una página, arrancar una idea, subrayar y exponer, cumplir con el equipo de trabajo, transcribir la fórmula específica para la tensión de materiales, es un reclamo distinto. Es un reclamo de páginas intonsas.
Y el reclamo, que viene de fuera, se conecta con una curiosidad que viene de nosotras, de nosotros. Una inquietud y una duda. Y si ahí había una obra maestra? Y si ahí se quedó una verdad que nos resuelve el enigma de la vida, una pieza crucial para nuestras interrogantes, nuestros rompecabezas? Y si ahí olvidamos un yo nuestro, un universo paralelo.
Aunque las personas de ciencia se enfaden, la metáfora es apta porque prácticamente no es metáfora: los libros son universos paralelos, portales que se activan al leer, y que nos transforman en otra persona que no seríamos. Y los libros que dejamos son portales entreabiertos. Puertas que no cerramos, por las que se filtra un aire cósmico, una corriente estelar iluminada que tiene un sonido muy especial: vueeeeelve.
El libro de la próxima semana //29 de junio//: Space invaders, Nona Fernández.
Y dentro de dos semanas //6 de julio//: El sobrino de Wittgenstein, Thomas Bernhard
Presentamos la nueva sección, ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado con las restricciones formales de pocas sílabas y pocas líneas.
Se me mojaron los tenis.
Nomás no puedo sumar seis horas de sueño.
La toalla huele a humedad.
[Arriesgue el propio, que aquí siempre es bienvenido.]
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
Los cuatro números de esta semana son: 5 - 17 - 19 - 29
El diptongo de esta semana es: /iu/
El elemento químico de esta semana: P [Fósforo]
La tonalidad ascendente: Azul Majorelle
La tonalidad descendente: Ámbar
Una entrega más de la sección intitulada, Qué solazo el aguacero, dedicada a reportar el clima de los próximos siete días en algún punto específico del planeta que compartimos.
En esta semana: Bhilwara, Rajasthan, India
Jueves: 37/27. Soleado. Qué bochorno, seguramente no hay mayor bochorno que el de hoy.
Viernes 39/26. Soleado intenso. Ah carajo. No, hoy sí está peor que ayer. Qué aviesa es la memoria que solo enfatiza los contrastes para mal y se olvida de las sutilezas favorables.
Sábado 40/28. Soleado. No, pues ni para qué vaticinar si el bochorno se empeña en superarse. Hay técnicas ancestrales para refrescarse. Se vende un folleto detallándolas. Pídalo por internet.
Domingo. 40/29. Parcialmente nublado. Piedad. Aférrese a la nube. Aférrese a la parcial sombra que se escurre como sudor por la tierra.
Lunes. 39/28. Tormentas aisladas. El siseo de las piedras pueden ser reptiles recuperando la vida, o la piedra misma ardiendo bajo el agua.
Martes. 37/28. Tormentas por la tarde. Qué bien que le ayudó a la lluvia débil, porque ahora hay por lo menos nubes.
Miércoles: 35/29. Tormentas por la tarde. ¿Lloverá?
De favorcito, tiren sus opiniones sobre el boletín. ¿Así va bien? ¿Qué le hace falta? ¿Qué le sobra? De antemano, gracias.
Como dijera el maestro Cerati "me vi llegando, tarde, tarde a todo...", pero escucho todos tus podcast con mucha atención, aunque sea en "recalentado". De hecho, me es preciso escucharlos dos o tres veces para comprender todo lo que compartes. Muchas gracias por este oasis literario. Soy tu MEGA fan. Me encanta tu selección musical Pablo. Please, pretty please, keep doing it!