TSH 21.05.25
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Escribo. Y punto Escribo porque me es preciso Me es preciso porque soy tonto Nadie tiene que ver con eso Escribo porque amanece Y las estrellas en el cielo Recuerdan letras en el papel Cuando el poema me anochece La araña teje telas El pez besa y muerde lo que ve Yo escribo apenas ¿Ha de haber por qué? —Paulo Leminski, “Razón de ser”
El programa fue un programa perrito callejero: anduvimos dando vueltas por varios lugares, nos detuvimos y luego retomamos la vagancia, y al final, terminamos donde pudimos, como pudimos. Y como a veces hacen los perritos ferales que son reyes del barrio, hurgamos en la basura.
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¿Cuántas maneras de decir “basura”? Una rápida lista así nomás tomada del diccionario: suciedad, inmundicia, mugre, porquería, cochambre, sarama, residuos, desperdicios, desechos, restos, sobras, despojos, bazofia, escombro, barreduras, tlazol.
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John Scanlan es un historiador cultural. Ha escrito bastante sobre el tema de los desechos. En su libro On Garbage, dice esto a manera de definición del concepto:
Garbage relates to the equivocal; it tells us neither one thing nor another, but merely effaces the status of our knowledge of the object world. Garbage is concerned with ends (and thus beginnings); it is where one thing becomes another, where the once known or admitted (objects of belief or faith, markers of certainty) unfold into a mess of incompatible parts.
Y para ser más específico, siendo vago, resume así la particular condición del concepto de basura —que por lo demás tiene una ruta etimológica distinta a la palabra en inglés. Según Joan Coromines, basura viene del latín, verrere era 'barrer', y el sufijo -ura sugiere acción. El acto de barrer, de separar, de limpiar de un sitio. Y en inglés, Garbage, según dicen las autoridades, viene del francés antiguo y refería a los desechos animales que no se usaban para comer ni para crear productos útiles—. Pero, disculpen la digresión, regresemos a Scanlan:
To repeat, garbage is neither one thing nor another, but instead is the remainder of such neatness, and this is one reason why it could be a dubious exercise to reconfigure it, to bring it back into our thinking —to make it something to us.
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Susan Signe Morrison, una profesora de literatura comparada y estudios culturales, autora de un libro sobre la literatura del desecho, dice esto:
The history of waste records a mutable relationship that can alter over time and manifests itself in various literal and figurative manifestations—rubble, rubbish, trash, dirt, garbage, litter, filth, excrement, excess, and ruin. Always contextual, waste has ranged in meaning to include whatever is not or no longer of use, something squandered, or lacking purpose to barrenness and emptiness—such as uncultivated land. At the other extreme, waste suggests excess and surplus.
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Seguramente les ha pasado que, al sacar la bolsa de basura orgánica, una gota o varias caen sobre el pie. Gotas de un líquido espantoso, pestilente y viscoso. Radioactivo diríamos. Y ese líquido, o uno parecido, tiene nombre. Lixiviado. (De lixa, que en latín quiere decir líquido asqueroso y pariente de lejía).
Denomina al proceso de percolado de un líquido por un sólido, y en particular el efecto de los desechos que se filtran por la tierra u otros sustratos con la ayuda del agua de lluvia. Otra vez, palabras que refieren al mismo tiempo a un proceso y a su resultado. Un Lichtenberg del aforismo del despojo, quizá advertiría que en ese microcosmos que es el bote de la basura orgánico, el lixiviado particular delata nuestras predilecciones.
La lejía, esa que se lee en tanto documento histórico, esa solución alcalina que blanquea y limpia, nos acompaña desde finales del siglo XVIII. La fórmula que usamos ahora —hipoclorito de sodio— la inventó un francés, Claude Louis, conde Berthollet, y otro Antoine Germain Labarraque descubrió que desinfectaba como pocos. Eau de Javel, se llamaba por la localidad en la que se industrializó.
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Hablando de basura, no se puede pasar por alto al hurgador por excelencia: el mapache. Y no podemos dejar de mencionar que en Ontario se intentó poner fin a su costumbre de hacer del basurero un bufet. Y las autoridades gastaron más de 20 millones de dólares en nuevos contenedores a prueba de mapachitos en 2016, y… en poco tiempo la mapachiza ya les encontró el modo.
La empresa dijo que se trató de un modelo defectuoso y aunque parece que hay menos reportes de desmadre a causa de los mapaches, la batalla continúa,
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Así como hay cazadores de tesoros y de vampiros, así hay, hubo, cazadores de manuscritos. En los que dicen era años de oscuridad que se iba aclarando, de penumbra mengüante, allá por el inicio del siglo XV, hubo varios que recorrían los monasterios de Europa en busca de joyas de la antigüedad clásica.
Uno de estos fue el que halló De Rerum Natura, de Lucrecio. Fue en 1417, pero no se sabe exactamente en qué monasterio el italiano Poggio Bracciolini lo halló. La poca evidencia sugiere que fue en Alemania, en la abadía benedictina de Fulda, fundada en el siglo VIII por San Esturmio.
La vida de Poggio y el hallazgo del manuscrito bien podrían ser motivo de un bestseller al estilo de Umberto Eco. Porque Poggio no era religioso y sin embargo trabajó con muchos papas en puestos de altisima jerarquía. No tenía mucho aprecio por los monjes —en sus cartas les lanzaba insultos mordaces—, y sin embargo sabía congraciarse con ellos.
Se dedicó a rescatar las palabras de los romanos y los griegos de la desmemoria de los bibliotecarios y los monjes, pero era altamente conservador a la hora de interpretar sus transcripciones. Tan conservador que se dedicó al final de su vida a pelearse con Lorenzo Valla, un rival más liberal en sus posturas hermenéuticas. Era locuaz y un copista excepcional. Poggio lanzó la granada Orationes in Laurentium Vallam (que su rival recalificó como Invectivae) y luego Valla le contestó con el arcabús Antidota in Pogium. Según Erasmo, ganó Valla.
Bien podría ungírsele como el santo patrono secular de los robalibros y de los distribuidores de PDFs de la actualidad.
Leímos un fragmento del libro Campos de fuerza: Fisher y Spasski en Reykjavik, 1973, de George Steiner. Así comienza:
Hay una edición en español publicada por La Fábrica. Aquí, (si tienen cuenta) se puede leer.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 56% de ustedes dicen que en una semana comen uno o dos panitos (de los que no vienen envueltos en celofán).
El 27% de ustedes dicen que en una semana comen media docena o más panitos (de los que no vienen envueltos en celofán).
El 16% de ustedes dicen que que en una semana no comen ni un panito.
El 1% de ustedes dicen que que en una semana comen varios panitos pero de los que son keto, sin gluten, sin azúcar y otras particularidades.
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Escuchar y contar una avalancha de historias es un método. ¿Y por qué no ser un poco más audaces y calificarlo como ciencia, como una adición de conocimiento?
Todos los modelos clásicos nos conducen a la fábrica: los propietarios de las fábricas concentran riqueza pagando a los trabajadores menos del valor de los bienes que producen cada día.
Observar los paisajes en formación revela cómo los humanos se unen a otros seres vivos para forjar mundos conjuntamente.
Tendría anécdotas infinitas para contarle, pero no se dejan escribir, y no solo por motivos evidentes. En general, no se necesitaría de una gran sabiduría, pero sí de serenidad, la que a menudo no resulta fácil obtener.
El trabajo es bastante complicado porque se tiene que luchar con las dificultades más extrañas, malentendidos, resistencias; sin embargo, no carece de interés.
Tal como un relámpago o la visita de alguien muy importante en medio de otras actividades habituales, me ha apartado de todo e introducido el desorden, de modo que ahora debo ponerme al día apresuradamente.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Anna Lowenhaupt Tsing y Erich Auerbach.