TSH 21.02.24
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Lo normal es que nadie se dé cuenta al principio. Me ha dado por maravillarme de los árboles del parque. Algo puedo decirles: son hermosos y lo saben. También están exhaustos, cientos de años atascados en el mismo lugar: hermosos paralíticos. Cuando estoy a sus pies sienten que los observo, miran cómo agito mi necia mano, y envidian la alegría de ser un blanco móvil. Los ociosos que pueblan los bancos empiezan a fijarse. “Hay gente para todo…”, se oye decir . Muchos tienen los ojos perdidos en el suelo, como si de verdad no hubiera nada que mirar, hasta que ahí va esa mujer saludando a las ramas de estos viejos árboles. Alcen la frente, amigos, miren arriba, puede que vean más de lo que nunca les pareció posible, justo ahí donde algo la saluda tal vez para decirle que ha visto lo maravilloso. —Dorothea Tanning, “Mujer saludando a los árboles”
Esta semana el programa fue variadito.
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Empantanado y moribundo, enfangado en aguas cenagosas. Atascado, atorado, congestionado, atragantado, encallado, emparedado, impedido y obstaculizado. Perplejo, estupefacto y bloqueado. Con un hueso atascado en la garganta. Con un calcetín en la boca. Y también: dando tumbos, a la deriva, sin ancla, sin amarrar, desamarrado, arrastrado por la brisa. Entre la espada de los tropos y la pared de los topicazos. Atrapado en el limbo.
Escribe Dan Fox en su ensayo sobre ese espacio que la iglesia católica “desapareció” en los dosmiles y que los tibetanos llaman bardo.
En latín la palabra limbus, que significa “borde” o “reborde”, describía originalmente las fronteras del Imperio Romano. La palabra evolucionó hasta significar espacios de transición e intermedio. En el uso común de hoy en día, se refiere más habitualmente a un periodo intersticial de incertidumbre mientras se espera una decisión. En ese sentido es otra forma de denominar al misterio.
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Estamos rodeados de salas de espera, de pasillos, de antesalas. Reales y simbólicas. Sin poder evitarlas, acumulamos tiempo y energía transitando o gravitando dentro de ellos. ¿Cuántas salas con el muzak y aire viciado, revistas de fechas improbables y esos paisajes pastel enmarcados tiempo atrás, atravesamos al día?
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Leer es traducir, puesto que no existen dos personas con idénticas experiencias. Un mal lector es como un mal traductor: es literal allí donde tendría que parafrasear y parafrasea allí donde debería leer literalmente. Cuando se trata de la lectura, la erudición, valiosa como es, importa menos que el instinto: grandes estudiosos han sido pésimos traductores.
W. H. Auden, en El arte de leer.
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En un ensayo sobre su infancia, Sylvia Plath escribe esto:
El paisaje de mi infancia no era tierra, sino el final de la tierra: las colinas frías, saladas, en movimiento, del Atlántico. A veces pienso que mi perspectiva del mar es lo más claro que tengo. La tomo, en mi condición de exiliada, como las «piedras de la suerte» moradas que coleccionaba, con una franja blanca alrededor, o como la concha de un mejillón azul, con su interior irisado como uña de ángel; y en una ola de recuerdo los colores se hacen más intensos y brillan, y el mundo temprano respira.
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En la Primera Guerra Mundial, defendió la paz con Francia con tanta decisión en un acto que el evento acabó en tumulto. Se sorprendió de que «diez mil periodistas incendiarios» la atacaran y de que el Ministerio de la Guerra en Múnich le impusiera la prohibición de escribir y viajar «por actividades pacifistas».
Esto escribe H. M. Enzensberger sobre Annette Kolb.
Además, leímos un fragmento del libro Bucarest: polvo y sangre, de Margo Rejmer, publicado por Libros del KO. Así comienza el capítulo:
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Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 48% de ustedes dicen que en la bolsa, la cartera, la mochila o el bolsillo claro que cargan siempre un talismán de la suerte.
El 7% de ustedes dicen que en la bolsa, la cartera, la mochila o el bolsillo claro que cargan más de un talismán de la suerte todo el tiempo.
El 45% de ustedes dicen que no creen en esas cosas de talismanes de la suerte.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El elemento anatómico de la semana: Músculo poplíteo
El elemento meteorológico de la semana: Williwaw
Insulto de la semana: Rácano
El ser vivo de la semana: Phyllangia americana
La tonalidad ascendente: Xántico
La tonalidad descendente: Zafiro
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Algunos nos preguntamos más que otros cuál es nuestro lugar.
La sorpresa, el deleite, la alegría, la autodeterminación y la identidad dependen de la incertidumbre.
Conocer y vivir la curiosidad por el cielo nocturno, saber que perteneció a nuestros ancestros.
Cuando observas el mundo desde los márgenes, bregando contra fuerzas cotidianas y ubicuas de opresión, puede que parezca imposible acceder a una impresión persistente de “lo sublime”.
Todos los días, en casa y en el trabajo, nuestras vidas se tejen con la fluctuación de complejos bucles de respuestas a respuestas a respuestas.
La improvisación también es una estrategia de resiliencia.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Robert Poynton y Chanda Prescod-Weinstein.