Antes que nada, esto fue lo que sonó.
El bullicio bajo nuestros pies. Parten los trenes.
Tiembla el Hotel Astoria.
Un vaso de agua junto a la cama
brilla en los túneles.
Soñó que estaba preso en Svalbard.
El planeta retumbaba al girar.
Ojos brillantes recorrieron el hielo.
La belleza de los milagros existía.
–Tomas Tranströmer, “Viaje nocturno”.
El programa de hoy casi todo tuvo que ver con la dificultad para decir que no. Y con la facilidad admirable de otras personas para hacerlo. El artículo que provocó algunas de las ideas fue este: “The Unavoidable Trap of Politeness: Why Is It So Hard to Just Say “No”?”, de Vanessa Bohns. Su conclusión es el papel fundamental de la vergüenza en nuestra incapacidad para decir que no.
En el programa dos comentarios ampliaron el asunto: el componente narcisita y el componente cultural que predispone a decir que sí a todo. ¿Narciso era un quedabien?
Bartleby, el escribiente, podría ser uno de los principales estandartes del equipo contrario. Preferir no hacerlo es hacer del no el único espacio de acción. La historia, publicada por entregas en la revista Putnam’s Monthly en 1853, es en todo caso también una hoja de ruta.
El cuento de Shirley Jackson fue “Like Mother Used to Make”, que apareció en el libro The Lottery and other Stories, de 1949.
David Turner es el antibartleby, quizá. Y, ¿quién no ha sido David Turner?
Una nueva entrega de la columna de opinión semanal: “Por eso, pero ¿cómo?”, la serie de consejos no solicitados para problemas cotidianos.
Por eso, pero ¿cómo dejar de decir que sí?
Primero hay que decir que esta es una pregunta seria.
Porque decidir decir que no podría suscitar una catástrofe.
De hecho, me informan que la catástrofe está tras esa puerta.
Parece que está esperando desde las nueve de la mañana y ya se le dijo que si quiere algo de tomar.
Pidió café con dos cucharadas de azúcar.
Nunca he confiado en las personas que endulzan el café.
Yo lo he hecho, pero las circunstancias eran extremas.
No era café, era “Polvo soluble con similitud gustativa al café”.
Sin azúcar sabía a metáfora vencida.
Por eso me pregunto de qué catástrofe se trata.
Y una entrega más de la sección intitulada, Qué solazo el aguacero, dedicada a reportar el clima de los próximos siete días en algún punto específico del planeta que compartimos.
En esta semana: Klaipeda, en Klaipedia, Lituania.
Jueves: 15/7. Lluvia. Va a perder el paraguas. Aunque lo amarre a su muñeca. Se sorprenderá.
Viernes 10/6. Lluvia y viento. El paraguas perdido es una bendición porque los vientos lo habrían convertido en un arma mortal. Qué difícil es distinguir las ocurrencias que esconden desenlaces positivos.
Sábado 8/4. Tormentas aisladas. No pasa la lluvia y la cercanía del mar hace que se resequen los pensamientos. Quizá sea momento de considerar un paraguas de los más económicos.
Domingo. 8/4. Nublado. Por fin no hay lluvia. Y hoy no pensará en el paraguas en toda la semana. Qué vacío no tener eso en la mente.
Lunes. 10/5. Algo nublado. ¿El sol?
Martes. 11/8. Tormentas aisladas. Lloverá, pero no donde usted se encuentra. Ya se la sabe.
Miércoles: 12/9. Lluvia ligera. Es esa temporada del año, cuando todo lo que pasa parece iniciar un ciclo y terminarlo al mismo tiempo.
Deje por favor un comentario como testimonio de que pasó por aquí. Gracias.
Grande, Profe.
No se confía en los que endulzan el café.
Muy oportuno el tema para mi ya que me encuentro aprendiendo a decir no, aunque tengo ya tiempo con on eso. ¡Gracias!!