Antes que nada, esto fue lo que sonó:
yo, un pez de acuario, gordo,
consumiendo lo que surge de estas aguas turbias.
los transeuntes allá abajo como pulpos en patines,
una niña con un hoyo negro al hombro y chicles.
al lado de los periódicos en línea,
mis cactus mueren en su compulsión sedienta.
los osos polares se extinguen por los refrigeradores
en Australia, ballenas se suicidan en la arena.
continúo consumiendo cualquier cosa que brille un poco,
yo, un pez gordo, pudriéndose en estas aguas sucias.
—Ana Rüsche, “La canción del limpiapeceras”
El libro de esta semana fue La estatua de sal, de Salvador Novo.
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Estas poco más de cien páginas son memorias que terminó Salvador Novo mucho antes de morir. Recorren su infancia y terminan por ahí de la temprana adultez y lo hacen siguiendo episodios reveladores sobre su vida sexual: juegos y abusos cuando infante, seducciones y descubrimientos del deseo homosexual, búsquedas y susurros, sentimientos de culpa y de excitación. El psicoanálisis –la introspección verbalizada, la búsqueda de los sedimentos y las corrientes profundas del deseo y sus manifestaciones– apadrina estas memorias. Y el humor.
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Carlos Monsiváis, en el imperdible prólogo al libro, escribe:
“La táctica, muy sencilla, responde a una cultura coronada por el camp, la técnica y el culto de la extravagancia gay que descubre valores estéticos y sentido del humor en lo inesperado, lo excesivo, lo barroco popular y el culto por la pose. En materia de pasiones amorosas, el autoescarnio del gay es la distancia prudente que alivia las vejaciones en su contra”.
Y más adelante continúa:
“El sarcasmo, la sátira, la desolación lírica, el ingenio, la brillantez social, son formas o métodos para darle voz a quienes nadie entonces considera dignos del uso de la palabra”.
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Salvador Novo vivió en el norte y regresó después de estudiar la primaria a la ciudad de México. La relación con su madre era estrecha, sobreprotectora, abrumadora y total. Estrecha como los zapatitos de tallas menores que le ponían al niño Novo. Y su adolescencia en la capital está infundida por esa salida al mundo, por ese encuentro con toda la variedad que el principio del siglo XX ofrece en una ciudad como aquella. Y pronto se encuentra con amantes y cómplices, amistades definitivas que se saben gays en un entorno que en su mayoría los persigue, los excluye y los desprecia. Y el humor y los apodos.
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Además del prólogo, que insisto, vale un curso universitario, una lectura detenida y minuciosa, Monsiváis escribió una biografía crítica, Salvador Novo: Lo marginal al centro, y ahí, en el primer párrafo, hace esta descripción:
A lo largo de su vida, Salvador Novo (1904 -1974) irrita y fascina por la provocación y deslumbra por el talento, alarma por la conducta y tranquiliza con el ingenio, perturba por su don para el escándalo y divierte al añadir el escándalo al show de la personalidad única. Y solo después de su muerte se advierte la calidad del conjunto.
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No sé qué Salvador Novo tienen alojado en su memoria. Pero, si nunca lo leyeron, si ocupa simplemente un casillero de nombres “importantes” de la cultureta, si solo fue respuesta de algún examen de asignatura, si es el que estuvo del lado de Díaz Ordaz en el 68, reconsideren de inmediato y consíganse los libros ya. Hay que leer esa prosa y esos poemas incendidos, autoescarnecidos, irreverentísimos. Hay que leerla con los ojos de su tiempo y con los ojos del nuestro. Novo, autor urgente.
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En su librazo sobre Novo, Escribir con caca, Luis Felipe Fabre escribe sobre los sonetos de Novo:
El placer del insulto en Novo es también un placer erótico. El soneto como un ritual donde ejercer la lujuria del idioma. Lujuria, es decir, un exceso, sí, pero acotado por las rigurosas reglas de la forma.
Tanto el libro de Monsiváis como el de Fabre, son buenísimos; esclarecedores y están llenos de esa mezcla nunca sencilla de inteligencia crítica, humor, y erudición. “Novo en el Mictlán”, el último capítulo del libro de Fabre, qué cosa.
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“Es muy triste, cuando ya es uno solo y no le importa a nadie”, escribió Salvador Novo el 31 de enero de 1973, a casi un año de su muerte.
Después de sendas consultas de opinión, la democrática mayoría votó por seguir con el club de lectura que no es un club de lectura. La idea ahora es leer un libro cada dos semanas. No es manda uno por semana, y así lo paseamos más, lo leemos con pachorra y calma.
El libro de las próximas dos semanas //27 de julio y 3 de agosto//: Diario del dolor, María Luisa Puga.
Y para seguir con los anuncios, en breve abro un grupo de Telegram en donde quizá pueda conversarse sobre los libros en turno. A ver qué opinan. Ustedes me dicen.
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado con las restricciones formales de pocas sílabas y pocas líneas.
¿Las setas anticipan a la lluvia, o la convocan?
Tienen mi total admiración ustedes que no se distraen con hipervínculos
Y pueden comer yogurt griego sin temor.
[Arriesgue el propio, que aquí siempre es bienvenido.]
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
Los cuatro números de esta semana son: 6 - 15 - 31 - 32
El diptongo de esta semana es: /eo/
El elemento químico de esta semana: Tántalo [Ta]
La tonalidad ascendente: Durazno
La tonalidad descendente: Viridián
Una entrega más de la sección intitulada, Qué solazo el aguacero, dedicada a reportar el clima de los próximos siete días en algún punto específico del planeta que compartimos.
En esta semana: David, Chiriquí, Panamá
Jueves: 27/23. Tormentas. No hay sorpresa. Mire la lista: lloverá. Eso es lo inevitable. Como la muerte y el amanecer.
Viernes: 28/23. Tormentas. Se le dijo. Como el amanecer y el hambre. Como la aparición de hormigas en la cocina.
Sábado: 29/23. Tormentas. Ve. Como el fracaso y el escarnio eventual. Como la indiferencia entre todas las personas.
Domingo: 28/23. Tormentas. Ni en el día visagra. Como el desencanto de los creyentes y la fatiga de los dioses.
Lunes: 28/23. Tormentas. No se haga ilusiones que la lluvia sigue. Como la cursilería de las frases gastadas.
Martes: 28/23. Tormentas. Como los dolores en las articulaciones, como no poder ver el teléfono de cerca ni leer los letreros en la calle de lejos.
Miércoles: 29/23. Tormentas. Lloverá, inevitable, como el aburrimiento. Porque el sonido apacible de las gotas percudiendo el follaje es una pereza pasado el suficiente tiempo.
En serio, de favorcito, tiren sus opiniones sobre el boletín. ¿Así va bien? ¿Qué le hace falta? ¿Qué le sobra? De antemano, gracias.
Gracias por el tiempo invertido en este blog .
Este programa y este blog 😍🫶🏼