TSH 16.07.25
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Si nada pasa al caminar más allá Si nos quedamos donde estamos Mirando hacia atrás Lo que hay Si la tierra desciende No se podrá regresar El camino se borra El viento que sopla sobre tus pasos Se lleva las huellas La luz brilla Atrás de las ramas del día Son los ojos del que mira. —Pierre Reverdy, "Una presencia"
El libro de esta sesión del Club de lectura que no es un club de lectura será: Mi gato Autičko, de Bohumil Hrabal.
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Cinco gatos llegan a la casa del narrador, de ese casi Hrabal que nos cuenta la historia.
Aquellas mañanas, cuando cinco gatitos venían a meterse en nuestras literas con nosotros, representaban nuestra felicidad familiar; los gatos eran nuestros hijos.
Esos gatos traen gozo, sucitan empatía, y cuidados, pero poco a poco, como la naturaleza tiende a hacer, crecen y colman más espacios, físicos y simbólicos, hasta que la ternura y la empatía se comienza a parecer al sofoco.
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Bohumil Hrabal nació en Brno, no conoció a su padre biológico y su madre era el alma de la fiesta en las reuniones sociales. Su sitio favorito era una taberna llamada “El tigre de oro (U Zlatého tygra)”, donde gustaba espiar conversaciónes, recabar anécdotas y contribuir las propias. Era lo que los anglos llaman un raconteur, un excelente contador de historias. Historias para las que lo verdadero-en-la-realidad no era ni primordial, ni el valor de cambio. La verdad estaba en otro sitio. Él le daba otro nombre, uno en checo, a esa persona capaz de contar historias con soltura y arte: pábitelé.
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Brno fue capital de Moravia del sur, una de las regiones que componen a la República Checa. Y en ese sitio, cuatro años antes del nacimiento de Hrabal, nació otro personaje trascendental para la cultura y el conocimiento del siglo XX: Kurt Gödel. Sin embargo él nació como parte del imperio austrohúngaro.
Y aprovecho la coincidencia no solo para mencionar a Gödel, para referir a esa obra impresionante de Douglas Hofstadter, Gödel, Escher, Bach, y para reparar en el modo en el que el matemático logró escapar de la amenaza nazi: lo hizo por la vía del tren transiberiano.
Esta vía, comenzada en 1891, fue construyéndose por partes, desde Moscú hasta Vladivostok. Tenía dos ramales principales. La primera se terminó en 1901 y cruzaba a través de la región de Manchuria; este ramal propiamente sería el Tren Transmanchuriano. El segundo tardó 15 años en completarse. Se realizó para eludir el control japonés de la región, sigue al rio Amur que atravisa completamente por Siberia y este sí era transiberiano.
Según cuentan los historiadores, el larguísimo viaje comenzó para Kurt y su esposa Adele, comenzó el 18 de enero de 1940, cuando les sellaron el pasaporte al cruzar de Latvia a la ciudad rusa de Bigosovo. Usaron el ramal transmanchuriano y arribaron a Yokohama el 2 de febrero. Como sucede en estas historias, llegaron tarde. Tuvieron que esperar 18 días para abordar el buque President Cleveland que paró en Hawaii y finalmente atracó en San Francisco el 4 de marzo.
Nada más eso: el recuento de un trayecto.
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Según su biografa y traductora al español, Monika Zgustova, Hrabal tuvo dos enormes influencias en su obra:
Las dos grandes influencias literarias de Hrabal fueron Hašek, el autor de Las aventuras del buen soldado Švejk, y Kafka, o sea dos autores que tienen en común la visión del hombre como un ser impotente en manos de las instituciones omnipotentes y deshumanizadas del siglo XX, dos autores que a su manera anunciaron la llegada de los totalitarismos del siglo XX.
En la misma entrevista, Zgustova habla sobre el concepto de pábitelé y el vínculo con la vida en la taberna, en el bar:
Los pábitelé, o parlanchines, son los que saben transformar lo cotidiano triste y gris en algo hermoso, interesante y poético, en una aventura. Hrabal tenía la costumbre de ver la realidad con ojos de niño, de poeta y de pábitel.
[…]
En la cervecería se sentía acompañado, como si estuviera en una hermandad, en una secta de bebedores de la cerveza. Esos bebedores provenían generalmente de la clase baja, la que más interesaba. Creía que la gran literatura universal debía acercarse al “vertedero de la época” y que el protagonista, cuanto más perdía en la escala social, más ganaba en carga eléctrica. Esa clase de gente lo representaba todo para Hrabal, y a esa gente la encontraba en sus tabernas. Los escuchaba atentamente; otras veces recitaba para ellos largos poemas de Iesenin y de Baudelaire.
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Como le replicó Eugenio Montale a Pasolini cuando este lo acusó de burgués porque le cantaba al paso del tiempo en vez de reflejar las injusticias sociales: “Querido Malvolio, no hay que cambiar lo esencial por lo transitorio”.
Esto escribe Fabián Casas. La polémica entre los italianos fue notoria. Pasolini traía en la mira a Montale por su falta de compromiso, y reseñó con los anteojos de su convicción política un poemario del genovés. La crítica le caló a Montale y su repuesta, o su venganza, fue un poema titulado Carta a Malvolio. El nombre clave elegido no era gratis: Malvolio es un personaje shakepereano de la comedia Twelfth Night, y se trata de un juzgón e hipócrita, un puritano que no practica lo que predica. En el poema no aparece la frase sucinta y clara del poeta Casas; todo bien con eso, no es importante la exactitud sino el espíritu. Aquí está el poema:
Jamás se trató de una fuga de mi parte, Malvolio, y tampoco de un flair mío que huela lo peor a mil leguas. Ésta es una virtud que tú posees y que no te envidio, incluso porque no le sabría sacar ningún provecho. No, no se trató nunca de una fuga sino sólo un respetable tomar las distancias. Al comienzo no fue muy difícil, cuando las separaciones eran netas, el horror de un lado y la decencia, oh, tan sólo una decencia infinitesimal, del otro. No, no fue difícil, bastaba doblar la esquina, apagarse, volverse invisibles, serlo tal vez. Pero después... Después que los establos se vaciaron, el honor y la indecencia, anudados en el mismo pacto fundaron el permanente oxímoron y ya no fue cuestión de huidas y reparos. Era la hora del batiburrillo conceptual, el revés era el derecho y todo el resto burla y silencio. Fue tu hora y aún no termina. Con qué agilidad revolvías materialismo histórico y pauperismo evangélico, pornografía y redención, náusea por el olor a trufa, el dinero que te llovía. No, no estás equivocado, Malvolio, la ciencia del corazón no existe todavía, cada uno la inventa como quiere. Pero déjate de fugas, ahora que apenas se puede buscar la esperanza en su negativo. Deja que mi fuga inmóvil pueda decirle ¡ánimo! a alguien o a mí mismo, que la partida sigue abierta, que la partida está cerrada para quien rehúsa las distancias y se apura como haces tú, Malvolio, porque sabes que mañana será imposible también para tu astucia.
Además, leímos un ensayo breve de Italo Calvino. Se titula “Los buenos propósitos”. Así comienza:
Se publicó en el periódico L’Unita, el 12 de agosto de 1952 y después fue reunido en el libro Mundo escrito y mundo no escrito, editado por Siruela en 2006.
El 16 de julio de 1865, Sofía Tolstoi escribe lo siguiente en su diario:
He discutido con la niñera; es imperdonable, me da vergüenza y me remuerde la conciencia, pues ella es una buena mujer. He tratado de hacer las paces, prácticamente me he disculpado, pero con esta gente una no puede conmoverse, porque no la van a comprender.
[…]
¿Por qué habré discutido con la niñera? Me parezco a mi madre; últimamente he descubierto en mí algunos rasgos semejantes a los suyos y que en ella me desagradaban. Sobre todo la costumbre de anunciar al mundo lo buena mujer que soy, esperando que por ello todos deban perdonar mis debilidades. Pero yo pretendo ser buena y ver todos mis defectos, y que nadie, sobre todo yo misma, me perdone nada. Que así sea.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 11% de ustedes dicen que la última vez que recibieron o enviaron una carta o una tarjeta por correo postal fue este año.
El 11% de ustedes dicen que la última vez que recibieron o enviaron una carta o una tarjeta por correo postal fue hace entre 2 y 5 años.
El 48% de ustedes dicen que la última vez que recibieron o enviaron una carta o una tarjeta por correo postal fue uy, hace más de cinco años.
El 30% de ustedes dicen que que nunca han recibido ni enviado una carta o tarjeta por correo postal.
Una entrega más de la sección titulada ¡Mestas oyendo!, una antología de insultos, escarnios, denuestos, ultrajes, oprobios, vituperios, maledicencias halladas recientemente en las lecturas.
Es perfecto como una esfera, pero una esfera de mierda.
Leopoldo Marechal
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Bernardini era para mí la manifestación efímera y terrena de una organización diabólica tan vomitiva como los ritos fúnebres, como los ornamentos funerarios; tan prestigiosa, sin embargo, como la gloria regia.
Jean Genet
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Un grupo de curas pasa por la carretera. Me paro a contemplarlos, si no largamente, puesto que pasan, sí con toda la intensidad de la que soy capaz, uno tras otro.
Los primeros no tienen aún catorce años; los del tercer y último grupo ya tienen algo de vello. Noventa en total, que tres maestros, apenas un poco mayores que ellos, llevan al campo. Busco, entre esos jóvenes rostros, busco en vano algún indicio de curiosidad, de inteligencia, de audacia. Es una extraordinaria exposición de todas las variedades y matices de la bobería, hipócrita, beata o refunfuñante; no se vislumbra en la mirada de ninguno de ellos la menor «espiritualidad» (¡ni por asomo!) pero tampoco la menor llama.
André Gide
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Siempre se da un elemento de ilusión en toda apariencia: el fundamento en sí no aparece.
Te expresarás de manera excelente si una combinación ingeniosa convierte en nueva alguna palabra sabida.
Nadie ha conseguido vivir en un mundo que no se manifiesta a sí mismo de manera voluntaria.
Si quieres hacerme llorar, primero has de dolerte tú mismo; entonces me hará sufrir tu desgracia.
Por mi parte, no alcanzo a ver de qué sirve el esfuerzo sin una vena copiosa, ni el talento sin cierto cultivo; de tal manera que una cosa requiere la ayuda de la otra, y con ella se conjura de modo amistoso.
Lo que se manifiesta en el mundo exterior, sumado a los signos físicos, solo es aquello que hacemos con ellos mediante la operación del pensamiento.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Hannah Arendt y Horacio.