Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Ciudadanos, mentimos en las urnas: el pan es demasiado humano para que deba ser gritado, el techo traspasa la mirada de los amantes no correspondidos y el abrigo no puede con el hielo del corazón del solo. La única política verdaderamente popular es aquella capaz de derretir el fuego de los amores desgraciados. Tres generaciones de piernas sin afeitar y aún no soy libre de ese cuerpo desnudo sobre el camastro. —Dolly Skeffington, "Política"
Esta semana, el programa fue variado. Aunque no, en realidad fue un programa sobre dos libros de la misma autora: María Moreno. Dos libros bien particulares y bien distintos: El affair Skeffington por un lado, y La merma, por otro.
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En La merma, María Moreno cuenta el terrible suceso del ACV que padeció en julio de 2021. Escribía como siempre, con dos dedos y a la gran velocidad adquirida en mis años de periodismo”, cuenta. Y de pronto, “una flojera suave, sin dolor, en la mano derecha y ya no pude seguir”. En un momento de claridad logra llamar a su hijo quien le salva la vida.
Permanece en ese limbo en el que el cuerpo convalece en el filo de un precipicio, y después avanza a ese lento, lentísimo estadio de recuperación con la mitad derecha del cuerpo paralizada y distante. “Es la vida mínima, de un animal capturado, sin acceso al lenguaje, pero con la desgracia de comprenderlo”. Su inteligencia está ahí, sus capacidades físicas, y sobretodo una muy elemental y poco considerada noción de simetría, no.
Y en algún momento escribe esto que me parece tremendo: “Ahora vendrán los premios y los reconocimientos, que, en el fondo, se deberán a mi silla de ruedas y no a mí”
Cuenta muchas cosas, reflexiona muchas más. Entre lo que relata está el dato crucial: eso que estaba escribiendo cuando ocurrió el ACV era un ensayo sobre la obra de la chilena Lina Meruane.
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Dolly Skeffington es una poeta que pasó el periodo de entreguerras en París. También es el tema de la obra de Cristina Forero. También es una de las voces de María Moreno. María Cristina Forero. Es personaje. Es máscara. Es heterónima y al mismo tiempo es esa ficción que le permitió a María Moreno explorar ideas sobre el feminismo en los ochenta y noventa en la escena cultural de la vanguardia europea antes de la Segunda Guerra Mundial.
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The room was a jumble of furniture as well, crowding guests into a sense of intimacy. A long, sturdy Florentine table [where Gertrude wrote] surrounded by Renaissance chairs was drawn close to the cast-iron stove at the back of the room. There were sideboards and buffets and bulky chests and little tables settled along the walls and in corners… There were cheap porcelain figurines, costly Renaissance plates, tiny alabaster urns with alabaster doves balancing at the rims —objects Gertrude bought when she visited curio shops. Leaning against the walls were large portfolios of Japanese prints and Picasso drawings.
Así describe James R. Mellow, el interior de la casa que compartían, primero Gertrude Stein y su hermano Leo, y a partir de 1910, Gertrude y Alice B. Toklas.
Colette, en esa misma época, vivía en un cuarto piso en un edificio de la Rue Jacob, y cuya ventana daba a la Rue Visconti. Era una zona en la que había “vínculos literarios”: ahí vivieron Adrienne Lecouvereur, Prosper Mérimée y Laurence Sterne. Según Michele Sarde, su biógrafa, el interior de esta “casa triste y agobiante” tenía todas las huellas del inquilino pasado:
175,000 pieces of confetti… lozenge shaped, multi-colored bits of paper, had been glued all over the doors, the cornices, the columns, the niche behind the porcelain stove, the moldings, the closet shelves, and large areas of the walls. Colette had the sensation of being shut up in a dark and cheerless space over which brooded the interminable energy ex- pended by a madman.
Por cierto, Colette tenía una gata que se llamaba Kiki-La-Doucette .
Los interiores, a veces propios, muchas veces no, podían ser enloquecedores, opresivos; los exteriores, los espacios públicos eran quizá más amplios y al mismo sugerentes.
En una reseña de un libro de Franz Hessel sobre caminar en Berlín, Walter Benjamin escribió algo que me parece aplica aquí:
Landscape —this is what the city becomes for the flaneur. Or, more precisely, the city splits into its dialectical poles. It becomes a landscape that opens up to him and a parlor that encloses him.
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En medio de un vértigo de anécdotas, referencias, apariciones de escritoras, artistas, caminantes, dueñas de salones y vanguardistas irreprimibles, María Moreno deja esta definición, atribuida a Skeffington, de esa quimera fundamental del quehacer artístico:
De acuerdo a sus conclusiones, “un autor es una construcción ligada a la oportunidad de la historia, el éxito de la traducción, los cambios de la ciudad, el trabajo físico de los colaboradores y las distintas escuelas de interpretación de cada tiempo”.
El 9 de julio de 1978, en su Diario de duelo, Roland Barthes escribió:
Al dejar el departamento para ir a Marruecos, quito la flor puesta en el lugar donde mamá estuvo enferma —y de nuevo me asala el miedo atroz (de su muerte): cf. Winnicott: cuán verdadero: el miedo de lo que ya ha tenido lugar. Pero cosa más extraña: y que no puede volver. Y es esa misma la definición de lo definitivo.
Además, leímos un cuento del argentino Miguel Briante. Se llama “Las hamacas voladoras”. Así comienza:
Es parte del libro Las hamacas voladoras y otros relatos.
El libro que leeremos en la próxima sesión del Club de lectura que no es un club de lectura será: Mi gato Autičko, de Bohumil Hrabal.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 13% de ustedes dicen que la última vez que leyeron un periódico impreso fue hace menos de un mes.
El 14% de ustedes dicen que la última vez que leyeron un periódico impreso fue entre 1 y 6 meses
El 23% de ustedes dicen que la última vez que leyeron un periódico impreso fue uy, hace como un año o dos.
El 50% de ustedes dicen que la última vez que leyeron un periódico impreso fue hace tanto que ni se acuerdan.
Inauguramos una nueva sección titulada ¡Mestas oyendo!, una antología de insultos, escarnios, denuestos, ultrajes, oprobios, vituperios, maledicencias halladas recientemente en las lecturas.
Tiene la cara como la inteligencia, un poco desdeñosa, fría, oculta y sin embargo, libre de complicaciones.
Juan Carlos Onetti, El pozo
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Raros son los hombres inteligentes que tienen cara de inteligentes. Fealdades estudiadas como pomos de bastón. El horroroso Verlaine: un Sócrates taciturno y un Diógenes sucio; con algo de perro y de hiena. Se deja caer tembloroso sobre la silla que alguien le acerca cuidadosamente. ¡Oh! ¡Esa risa de nariz, una nariz precisa como la trompa de un elefante, y las cejas, y la frente!
Jules Renard (¡gracias por enviarme este, Jacobo!)
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The demagogue, who is always an idiot, is not a freak or a social mutation. The demagogue expreses the society’s zeitgeist, its collective departure from a arational world of verifiable fact.
Chris Hedges
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Caminaba contoneando las caderas, cuando estaba de pie tenía las rodillas ligeramente dobladas y los brazos estirados hacia delante, las muñecas caídas hacia delante y hacia abajo como un perro que camina sobre las patas traseras
María Moreno
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Hacer caso a este sentimiento puede ser muy exigente; puede que te exija prescindir de algo que, por otra parte, parece darte algo.
Necesitamos adquirir palabras para describir eso contra lo que chocamos.
Tener un sentido de las cosas como cosas palpables no es independiente de tener un sentido de la injusticia.
Todos le hacemos frente al mundo con conciencia, o tal vez no, pero el sistema no funciona de este modo.
Fingimos tener un mundo pleno de individualismo, de independencia y libertad personal, de propiedad privada. Pretendemos tenerlo, pero en nuestras vidas cotidianas, ¿lo tenemos realmente?
Existe una obsolescencia inmediata en los procesos laborales, en todo. Estamos en una sociedad que obliga a ese tipo de cosas.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Sara Ahmed y David Harvey.