Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Buscar con una línea el tiempo y el espacio, un universo donde el blanco se conmueva con la más simple aparición, donde ninguna cosa del mundo sea igual a su inmovilidad. Una línea que suba, baje se redondee, se quiebre; otro trazo y una caja entra dentro de otra caja entre la fuerza del cuerpo que se aligera en procura de un equilibrio. Una palabra en una línea hace zumbar otras, mueve un bosque anestesiado, burla la apatía del plan inconseguible. Los grandes proyectos se desarman en su ineficacia sin tinta extendida ni mano alzada que se incline. Solo un trazo como brotado de una nube y vuela un pájaro, elevada del horizonte crece una hoja. Las proporciones se relativizan, la desproporción del ansia anidada se abalanza en el asombro de alguien que pregunta hacia dónde a tientas en la escena de la línea. —Alicia Genovese, “Deriva (la escena de una línea)”
En días díficiles, de pronto ensayitos sencillos dan el solaz que uno anda buscando. Este se llama “On compassion”, y no pasa de las dos mil palabras. La autora observa a dos personas en situación de calle y se plantea una pregunta al ver que les obsequian dinero, un pan. “Was it fear or compassion that motivated that gift?”. Y más adelante se concentra en lo esencial:
Raw humanity offends our sensibilities. We want to protect ourselves from an awareness of rags with voices that make no sense and scream forth in inarticulate rage. We do not wish to be reminded of the tentative state of our own well-being and sanity.
[…]
Compassion is not a character trait like a sunny disposition. It must be learned, and it is learned by having adversity at our windows, coming through the gates of our yards, the walls of our towns, adversity that becomes so familiar that we begin to identify and empathize with it.
[…]
The object of Greek tragedy was to inspire empathy in the audience so that the common response to the hero's fall was: "There, but for the grace of God, go I."
*
En 1942, en Buenos Aires, se reúne un jurado a deliberar. Se trata de la Comisión Nacional de Cultura que está decidiendo a quién otorgarle el Premio Nacional de Literatura. Había plata, una muy buena cantidad para quienes resultaran ganadores. 20,000 pesos al primer premio, 12,000 al segundo y 8,000 al tercero. Entre las obras sometidas a consideración, estaba El jardín de los senderos que se bifurcan, de Jorge Luis Borges.
Los resultados de ese concurso se dieron conocer en julio: primer premio para Eduardo Acevedo Díaz por su novela Cancha Larga, segundo para César Carrizo por Un lancero de Facundo, crónica novelada y tercero para Pablo Rojas Paz por su colección de relatos El patio de la noche.
Poco después, algunos miembros del jurado publicaron de manera anónima sus razones:
Alguna explicación tendrá el hecho de que siendo indudablemente conocida y respetada la personalidad literaria de Borges por los miembros del jurado, su último libro de cuentos, con ser muy ingenioso y estar escrito con admirable pericia artística en una prosa de notable precisión y elegancia, no haya obtenido más de un voto, y para el segundo premio, sobre quince que se emitieron. Se nos ocurre que quizás quienes se decidan a leer el libro hallen esa explicación en su carácter de literatura deshumanizada, de alambique; más aún de oscuro y arbitrario juego cerebral, que ni siquiera puede compararse con el juego de ajedrez, porque éstas responden a un riguroso encadenamiento y no al capricho que a veces confina con la fumisterie. Si el jurado entendió que no podía ofrecer al pueblo argentino, en esta hora del mundo, con el galardón de la mayor recompensa nacional, una obra exótica y de decadencia, que oscila, respondiendo a ciertas desviadas tendencias de la literatura inglesa contemporánea, entre el cuento fantástico, la jactanciosa erudición recóndita y la narración policial; oscura hasta resultar a veces tenebrosa para cualquier lector, aun para el más culto (excluimos a posibles iniciados en la nueva magia) —juzgamos que hizo bien.
*
Kafka, el hijo de Hermann y Julie, medía 1.82. Estudió química por dos semanas, y hablaba alemán con acento checo. Además era vegetariano. Y era partidario y seguidor del “fletcherismo”.
Horace Fletcher fue un proponente de varias modas sobre las costumbres alimenticias. Uno de esos típicos victorianos que ponían de moda alguna actividad con la que pretendían reformar y moralizar al mundo. Fletcher pretendía eliminar todo malestar estomacal y promover la buena digestión y la vida plena. Aquí sus tres principios:
Coma sólo cuando tenga buen apetito
Mastique los alimentos como si fueran pulpa y beba esa pulpa. No trague los alimentos.
Beba todos los líquidos y alimentos líquidos sorbo a sorbo. No beba a tragos.
En uno de los obituarios apuntan que en 1912 subsistió durante 58 días con una dieta de papas únicamente.
También leímos “Cómo leen los lectores no literarios”, del C.S. Lewis. Así comienza.
Forma parte del libro La experiencia de leer, de 1961. Aquí se puede leer un fragmento.
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Dormir, estar lejos sin saberlo, estar echado, olvidar con el propio cuerpo, tener la libertad de ser inconsciente, un refugio del lago olvidado, quieto entre los frondosos árboles, en las vastas lejanías del bosque.
En mi corazón hay una paz angustiosa y mi sosiego está hecho de resignación.
En esas horas lentas y vacías, me sube desde el alma hacia la mente una tristeza de todo el ser, el pesar que todo ser es al mismo tiempo una sensación mía y una cosa externa, que no puedo alterar.
El alma es una especie de ser intermedio que establecía vínculos entre polos opuestos: alegría y tristeza, cuerpo y espíritu, lo sagrado y lo profano.
¿Hay menos sitio para sentimientos ambivalentes porque queremos sentirnos felices continuamente?
La melancolía es un estado de ánimo que une a las personas a través de barreras temporales, culturales, religiosas y étnicas.
*
Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Fernando Pessoa y Joke J. Hermsen.