Primero que nada, esto sonó:
Es bueno trabajar
los músculos torpes,
obsesivos. El esfuerzo aleja
a la mente de la esperanza
hacia un objeto más tangible
Vivir
es revivir.
Esto solo puede funcionar
cuando hay un objeto
que empujar, cursivo y recursivo,
colina arriba, cuando esperas
que esto se aleje
del final con el final de día,
y se repita en sueños. Vives
con la esperanza
del trabajo en sueño,
su objeto infinito,
regresivo.
-A. E. Stallings, “Sísifo”.
El artículo del que salió todo el rant sobre los spoilers, el tipo de experiencia estética que presuponen y que predisponen, la finitud y esas cosas, es este. En realidad no me pareció tan bueno –el modo de argumentar y algunas de las ideas están dudosas y el título es francamente más click-bait que otra cosa. Pero como punto de partida, creo, sirve mucho.
Por lo pronto, además del rant, para detonar un modelo de negocios y una de las más vanguardistas maquinarias para revolucionar la industria del entretenimiento y la cultura.
La rebelión contra el spoiler: un feed que revele constantemente elementos cruciales de las tramas de productos culturales, un feed que arruine la sorpresa, un feed que revele el truco de magazas y maguitos, un feed que anuncie con trompetas la llegada de las revelaciones, un feed superheróico que rescate el disfrute del aburrimiento, un feed que diga lo que la gente no se atreve porque las demás personas le gritarán “¡hey! ¡no espoiliés!”, un feed que se regodee espoileando, un feed cuya inteligencia artificial de código patentado y privado esté registrando las novedades y estrenos para descubrir eso que la gente quiere saber pero no todavía.
Juan de Patmos fue el espoileador original. El Apokaleta le apodan algunos. Y mejor cosa aún que el OG de la revelación sea una fabulación de la autoría, el producto de la imaginación textual. El texto nombra a su narrador: “Juan”. Y lo que sigue es la transformación de un texto en persona. El Apokaleta.
Y quizá la practicante más lograda de la tensión que provoca la ansiedad de la revelación anticipada fue Sherezade –jugarse la vida por virtud del suspenso de un desenlace no revelado.
Aquí tres cosas que escribió JLB sobre Las mil y una noches:
En el título de Las mil y una noches hay algo muy importante: la sugestión de un libro infinito. Virtualmente, lo es. Los árabes dicen que nadie puede leer Las mil y una noches hasta el fin. No por razones de tedio: se siente que el libro es infinito. […]
Tengo en casa los diecisiete volúmenes de la versión de Burton. Sé que nunca los habré leído todos pero sé que ahí están las noches esperándome; que mi vida puede ser desdichada pero ahí estarán los diecisiete volúmenes; ahí estará esa especie de eternidad de Las mil y una noches del Oriente. […]
Hay, además, la noción de tesoros escondidos. Cualquier hombre puede descubrirlos. Y la noción de la magia, muy importante. ¿Qué es la magia? La magia es una causalidad distinta. Es suponer que, además de las relaciones causales que conocemos, hay otra relación causal. Esa relación puede deberse a accidentes, a un anillo, a una lámpara. Frotamos un anillo, una lámpara, y aparece el genio. Ese genio es un esclavo que también es omnipotente, que juntará nuestra voluntad. Puede ocurrir en cualquier momento.
Aquí está el audio de la conferencia completa de 1980 sobre el libro.
Los dos textos de Fabio Morábito que leímos al final del programa salieron de El idioma materno. Y me quedé masticando unas frases: “Ahí donde advertimos un hueco en nuestra biblioteca, la falta de cierto libro en particular, se justifica que tomemos la pluma para, de la manera más decorosa posible, escribirlo nosotros. Escribir, pues, como un correctivo. Escribir para seguir leyendo.”.
Ahora una consulta parroquial: Estamos en esa temporada del año, la de los recuentos. ¿Qué hacer? ¿Recontar o no recontar? La cuestión está en el aire, y pido su colaboración. Para ello, hice esta muy breve encuesta. Dos preguntas nomás, un minuto de su tiempo.
Una nueva entrega de la columna de opinión semanal: “Por eso, pero ¿cómo?”, la serie de consejos no solicitados para problemas cotidianos.
Por eso, pero ¿cómo ir por la vida sin que nos arruinen la sorpresa?
Aproveche las herramientas que hemos implementado para el taponamiento del canal auditivo: la cera fundida, al perejil, el algodón, los tapones industrializados, una leguminosa, el dedo índice de cada mano y de preferencia que la mano que tapa la oreja sea la del mismo lado para evitar cruzar los brazos frente al rostro y mejor andar con los brazos en jarra del hombro al parietal…
Aproveche las herramientas que hemos implementado para lidiar con las interpelaciones que nos hagan otras personas –que son, se sabe, el infierno–: tararear a volumen medio bajo una melodía, realizar un canto de garganta que opaque cualquier otro sonido, responder con un ladrido/gruñido/pedido de auxilio/gemido/contorsión corporal/eructo a cualquier interpelación…
Aproveche las herramientas que hemos implementado para la sustracción del flujo cotidiano de la realidad: emborrachese, dróguese, pásese, intoxíquese, indúzcase el sueño, lastímese algún órgano definitivo para la percepción sensorial, sumérjase en un estado de meditación trascendental tan profundo que ni las sacudidas de un grupo de paramédicos entrenados en maniobras de resucitación logren traerlo desde ese mundo de colores y música…
Aproveche las herramientas que hemos implementado para contender con nuestra oferta sobreabundante espectácultural… ¿les gustó, “espectácultural” como concepto? Perdón, tenía que preguntarlo, es que se me ocurrió mientras intentaba cuadrar espectacular y cultural, y pues es bien obvia la repetición de /cu/, y no había modo de no aprovecharla, aunque sé que es un poco un chiste fuera de moda, o sea sé que los juegos de palabras están en el punto más bajo de la Escala de Apreciación Humorística, (Fraga, Mitchell, Langerschmidt, 2021, actualizada al 28 de noviembre y consultada el 7 de diciembre).
Por cierto, respire. Profundamente. Escuche el vaivén de sus aleveolos. Escuche el cómo se abren los poros de su piel con cada inhalación. Escuche la cascada de aire saliendo recorriendo los canales respiratorios. Ignore que pidieron las paletas de desfibrilación…
Deje por favor un comentario como testimonio de que pasó por aquí. Gracias.
Siempre un gusto leerlo.
¿Y el clima? Profesor
Me gustó! Saludos