Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Cuando todo se acabe quedarán tal vez
estas algas
sobrevivirán a las marejadas, a los siglos
y a los sueños
Como perdurarán a los poderosos, a los
tercos de corazón
y a los hombres que nos humillan
estos poemas de amor a todas las cosas.
—Raúl Zurita “Queridos poderosos, queridos humildes”
El libro de esta semana fue Space invaders, de Nona Fernández.
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Publicó la novela en 2013, y en 2019 la pegó en inglés, en la traducción de Natasha Wimmer y publicado por Graywolf. Fue incluida en la lista de libros candidatos a llevarse el National Book Award para literatura en traducción.
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El epígrafe de Perec refiere al sueño. Y qué similares, casi indisociables, los sueños y los recuerdos.
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En una entrevista Nona Fernandez, cuya obra es una sostenida exploración de la memoria social y política, de la memoria afectiva de su país, dijo:
"La conducción de la memoria es muy subjetiva", admite Nona Fernández. "De los escolares de un mismo curso, nadie recuerda lo mismo. No creo en la memoria oficializada. Había muchos agujeros negros, cosas que se inventaron. Fuimos una generación rara que tuvo lucidez y conciencia de lo que ocurría pero no llegaba a entenderlo. Nos quedamos sin respuestas: algunas siguen sin llegar. En unos casos porque el dolor fue demasiado grande; en otros porque eran de los que no querían saber".
Y esas ideas aparecen, a manera de eco, en Space invaders también:
El tiempo no es claro, todo lo confunde, revuelve los muertos, los transforma en uno, los vuelve a separar, avanza hacia atrás, retrocede al revés, gira como en un carrusel de feria, como en una jaula de laboratorio, nos entrampa en funerales y marchas y detenciones, sin darnos ninguna certeza de continuidad o de escape. Si estuvimos ahí o no, ya no es claro. Si participamos de todo eso, tampoco.
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La memoria es un enigma fascinante. Y es además, más presente que pasado. Es el presente en el que estamos viviendo. El presente implacable es invivible. Sería la pesadilla de una computadora que solo registra. Nuestra capacidad de conciencia está regida por la memoria: somos humanos porque tenemos memoria.
Quizá son los más duraderos, los recuerdos de infancia. Quizá tienen un peso mayor, porque tenemos tanto tiempo para irlos moldeando, acomodando. Les vamos dando una solidez específica a esos recuerdos que nos marcaron. Podríamos, si se nos pidiera, contar tres episodios de nuestra infancia que nos definen como personas. Episodios de todo tipo: dolorosos, risueños, motivantes, inspiradores, devastadores.
Yo propongo: recuerdo que mi papá me leía cuentos infantiles, los tradicionales, en inglés. Por qué, quién sabe. Era supongo su manera de sacarme de mi clase social, de enseñarme a ser aspiracionista, qué se yo. Y recuerdo el libro, de pasta dura azul y letras amarillas.
Recuerdo preferir, en las reuniones de mi madre, estar en la banqueta aplastando jacarandas y haciendo carreteras para agilizar el tráfico de hormigas que convivir con los demás.
Recuerdo también que una noche, intentando cortar un tuvo, me rebané el pulgar y la herida fue tan profunda que vi el hueso.
Claritos. Los recuerdo perfecto.
Podríamos. ¿Tres recuerdos que los definan? Piénsenlo. Seguro los encuentran.
Pero no solo eso. También somos conscientes de que nuestros recuerdos no son lo sólidos que pretendemos que sean. Mi madre me dice que el libro no era en inglés. Que lo que me ponía mi papá en inglés eran canciones. Que ella y él se turnaban para leerme.
También me dicen que no es cierto que fuera un aislado, que en realidad yo era el que organizaba los partidos de futbol con los hijos de sus amigas.
Y lo del pulgar rebanado, que tampoco invente, que no se me veía el hueso. Le digo que tengo la cicatriz. Y me dice que sí, y que salió mucha sangre, y que quizá habré visto la grasita de la piel porque fue muy profunda o lo imaginé en mi dolor, pero que el hueso no se vio.
Entonces, ¿en qué quedamos?
El libro de la próxima semana //13 de julio//: El sobrino de Wittgenstein, Thomas Bernhard
Y dentro de dos semanas //20 de julio//: La estatua de sal, Salvador Novo
Presentamos una entrega más de ¡Qué rico el haiku-ku!, un resumen de lo acontecido durante los pasados seis días enunciado con las restricciones formales de pocas sílabas y pocas líneas.
Covid y fantasmas de secuelas.
Cuando los pensamientos son malos copilotos, el aburrimiento.
Las lonjas y el vicio adoran la convalecencia.
[Arriesgue el propio, que aquí siempre es bienvenido.]
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
Los cuatro números de esta semana son: 9 - 13 - 25 - 40
El diptongo de esta semana es: /oi/
El elemento químico de esta semana: Ru [Rutenio]
La tonalidad ascendente: Herrumbre
La tonalidad descendente: Púrpura de Perkin
Una entrega más de la sección intitulada, Qué solazo el aguacero, dedicada a reportar el clima de los próximos siete días en algún punto específico del planeta que compartimos.
En esta semana: Bagé, Rio Grande do Sul, Brasil
Jueves: 17/6. Lluvias por la mañana. Empantanar es el verbo operativo para este día cuando comienza; desempantanar, el verbo operativo para el día al concluir.
Viernes: 15/12. Lluvias todo el día. Sin sol que evapore, ni calor que vaporice, la frescura atempera las impaciencias y refresca las ansiedades. Pero hasta la frescura abruma.
Sábado: 21/17. Lluvia con posible tormenta eléctrica. Lo que el agua ablanda, la centella cuece. Escuche. Las ranas no croan, crujen.
Domingo: 24/16. Mayormente nublado. ¿Qué dejó la parrillada cósmica? No le preste atención a quienes hurgan entre los charcos buscando alguna consecuencia alquímica del trueno y los minerales.
Lunes: 18/5. Tormentas eléctricas. Los vecinos se frotan las manos: ahora sí seguro, mañana encontrarán oro en el lodo.
Martes: 13/5. Parcialmente nublado. Están desesperados. No juzgue. Los vecinos se sangran las manos escarbando en la tierra fría. Qué poquito hay que cavar para encontrar desilusiones.
Miércoles: 15/9. Parcialmente nublado. Por lo menos no está tan frío el día. ¿Tan frío como qué?
En serio, de favorcito, tiren sus opiniones sobre el boletín. ¿Así va bien? ¿Qué le hace falta? ¿Qué le sobra? De antemano, gracias.
“Que poquito hay que cavar, para encontrar desilusiones” wow!