TSH 06.03.24
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Podrás inscribirme en la historia Con tus torcidos embustes amargos Podrás pisotearme en la mugre Pero aún, como polvo, me levanto. ¿Te molesta mi insolencia? ¿Por qué te acosa el pesar? Porque ando como si hubiera petróleo bombeando en la sala d mi hogar. Tal como lunas y como soles, con la certeza de las mareas, tal como esperanzas que se alzan, así aún me levantaré ¿Querías verme quebrada? ¿Cabeza gacha y ojos bajos? Los hombros cayendo como lágrimas, debilitados por mi dolorido llanto. ¿Te ofende mi altanería? No te la tomes tan en serio porque río como si hubiera minas de oro excavada en mi propio terreno. Puedes disiparme con tus palabras, puedes cortarme con tu mirar, puedes matarme con tu inquina, pero aún, como aire, me levanto. ¿Te molesta que sea sensual? ¿Te resulta una sorpresa que yo baile como si hubiera diamantes donde mis muslos se encuentran? Desde las chozas de la vergüenza de la historia me levanto desde un pasado arraigado en la congoja me levanto soy un océano negro, encabritado y ancho, navego en la marea derramando y abultando. Dejando atrás noches de terror y pánico me levanto a un amanecer que es maravillosamente diáfano me levanto trayendo los regalos que mis ancestros dieron, soy del esclavo la esperanza y el sueño. Me levanto Me levanto Me levanto. —Maya Angelou, “Aún me levanto” (traducción de Mónica Mansour)
El libro de esta semana y de la semana siguiente es La venganza de los dinosaurios, de Deborah Eisenberg.
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—Stuart —le dijo esa tarde, tomando café—, creo que perdí el rumbo, no sé cómo.
—¿Estás usando otro maquillaje para los ojos últimamente?
—No —dijo Patty—. Escucha, Stuart. Es hora de que empiece a hacer algo interesante.
—Estás haciendo algo interesante —dijo él.
—No me refiero a eso, Stuart, como sabrás.
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“It takes Deborah Eisenberg about a year to write a short story”, escribe Giles Harvey en The New York Times. Y más adelante: “Eisenberg is a master of the requisite short-story skill set: observation, pacing, surprise and economy.”
Y en la introducción a su entrevista con The Paris Review, Catherine Steindler, escribe esto sobre sus personajes:
Learning how to live is difficult work for Eisenberg’s characters. Her first three collections are largely populated by people whose efforts to piece together what things mean are hobbled; they are youths, travelers, immigrants, and people recovering from trauma—abuse, war, the death of a beloved. In her more recent stories, she also writes about outwardly settled people who, although they may live with spouses and own good china, lead provisional existences laden with perplexity. What mystifies her older characters is not so much how life works but that it is passing.
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En la entrevista que le hizo Aloma Rodríguez en Letras Libres, le plantea una pregunta que induce una respuesta enigmática y profunda, fatal y definitiva.
Ha dicho que empezó a escribir tarde y que trató de no hacerlo. ¿Por qué se resistía y qué le hizo cambiar de opinión?
¿Cómo se traducen al lenguaje la sensación y la experiencia, cómo se reduce la experiencia para que quepa en las palabras y cómo se amplían estas para transmitir la experiencia? ¿Y cómo plasmar de forma plausible y coherente las enigmáticas relaciones entre azar e inevitabilidad? No hace falta ser muy humilde para comprender que se trata de retos que nunca se podrán afrontar adecuadamente.
A mucha gente le gusta jugar con las palabras, pero es un milagro que alguien intente escribir algo. Hace muchos años aprendí que no era ni mucho menos la única persona que pensaba: “Si no voy a ser tan bueno como Dostoievski, no tiene sentido intentarlo.” Supongo que la mayoría de los escritores de ficción empiezan a escribir antes de darse cuenta de que es imposible, y cuando lo comprenden ya es demasiado tarde para parar. La gente como yo, que empieza más tarde, tiene un impulso extremadamente poderoso, o es intrépida, o arrogante, u obtusa, o redefine ágilmente los obstáculos. O lo que sea. En mi caso, fue la amenaza finalmente insoportable del sinsentido existencial lo que me llevó a enfrentarme a la perspectiva de la vergüenza aniquiladora que siempre es (o quizá debería ser) el coste de intentar escribir algo.
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Luis XVI tenía 35 años el día de la toma de La Bastilla. María Antonieta tenía 34.
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El nombre del pirata al que apodaban Barbanegra era Edward Teach.
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Esta es la “Pequeña fábula”, de Kafka.
«Oh», dijo el ratón, «el mundo se hace cada día más estrecho. Al principio era tan ancho que tenía miedo, seguí caminando y fui feliz cuando, finalmente, en la distancia, vi muros a la derecha y a la izquierda, pero esos largos muros se precipitaban el uno hacia al otro con tal rapidez que ya estoy en la última habitación y allí, en la esquina, está la trampa en la que voy a meterme». «Todo lo que tienes que hacer es cambiar de dirección», dijo el gato, y se lo comió.
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Natalia Ginzburg junto con su esposo vivieron desterrados en un pueblo de los Abruzos en la provincia del Aquila en 1940. Y esto escribió, entre muchas más cosas, sobre esa experiencia:
Vivir tres años en un pueblo no es poco, sobre todo si te ha sido impuesto y te es negada cualquier otra parte del mundo. Te lo encuentras delante todas las mañanas y es imposible ignorarlo. Algunas veces te resulta odioso y querrías destruirlo, pero los lazos que te unen a él se van estrechando cada vez más. Entonces aprendes a conocerlo en su esencia más íntima.
También leímos uno de los ensayos de Ensayismo, de Brian Dillon. El dedicado al tema de los orígenes. Así comienza:
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El elemento anatómico de la semana: Canal de Schlemm
El elemento meteorológico de la semana: Ostro
Insulto de la semana: Sabandija
El ser vivo de la semana: Ardeola grayii
La tonalidad ascendente: Aguamarina
La tonalidad descendente: Rosa Mountbatten
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Individual y colectivamente, nuestra existencia misma depende de la capacidad que tengamos de llegar a conclusiones correctas acerca del mundo que nos rodea.
Todos urdimos teorías solo para encontrarnos con que tenemos que abandonarlas al momento.
Para bien o para mal, el error es ya nuestro compañero de por vida.
No tiene nada de sorprendente, pues, que el dolor lumbar sea una de las dolencias más comunes en el mundo desarrollado.
Mi memoria me ha engañado un poco. Ha simplificado la ruta y ha omitido detalles significativos.
Caminar te permite afrontar lo personal en lugar de aislarte de ello.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Kathryn Schulz y Shane O’Mara.