Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Una sola fruta fugaz desmedida. Nadie la alcanza. Se la traga limpiamente el horizonte. El espacio es una boca ensangrentada vacía ahora. Y nosotros tenemos hambre. —Amanda Berenguer, “Poniente sobre el mar del sábado 26 de febrero de 1972”
Esta semana el programa fue de los variaditos. No hablamos específicamente de un texto, sino varios. Y en realidad, pensándolo bien, pues nunca hablamos de un solo texto.
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¿Cuáles son las relaciones entre las herramientas de la escritura y los tipos de escritura que estas posibilitan?
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Durante principios del siglo XIX, varios inventores crearon máquinas de escribir —varias para permitir que personas invidentes escribieran. La primera máquina comercial en popularizarse fue patentada por Christopher Latham Sholes, Frank Haven Hall, Carlos Glidden y Samuel W. Soule en Milwaukee, Wisconsin en 1868. Pero tres años antes, un danés, Rasmus Malling-Hansen, inventó otra que empleaba un solenoide y una esfera con letras como teclado.
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En un ensayo publicado por ahí de 1921, Alfonso Reyes habla de las clasificaciones de escritores realizadas por otros. Y se enfoca en una de Schopenhauer:
1º Escritores que escriben sin pensar, o con pensamientos ajenos,
2º escritores que piensan al escribir,
3º escritores que piensan antes de escribir.
Notemos la ausencia de una cuarta categoría:
4º escritores que piensan después de escribir.
Reyes le pone el mayor valor en la segunda categoría. Para él, ahí radica la verdadera cercanía con el arte .
Para pensar necesitan útiles y herramienta, como para un oficio material. Y no hay arte sin herramienta. Sólo así es sabroso pensar.
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Esto escribe el filósofo pesimista Eugene Thacker en un ensayo dedicado a definir qué entendemos por “biomedia”
Put briefly, “biomedia” is an instance in which biological components and processes are informatically recontextualized for purposes that may be either biological or nonbiological. Biomedia are novel configurations of biologies and technologies that take us beyond the familiar tropes of technology-as-tool, the cyborg, or the human- computer interface. “Biomedia” describes an ambivalence that is not reducible to either technophilia (the rhetoric of enabling technology) or technophobia (the ideologies of technological determinism). Biomedia are particular mediations of the body, optimizations of the biological in which “technology” appears to disappear altogether. With biomedia, the biological body is not hybridized with the machine, as it is in the use of mechanical prosthetics or artificial organs. Nor is it supplanted by the machine, as it is in the many science-fictional fantasies of “uploading” the mind into the disembodied space of the computer.
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En su ensayo dedicado a la disyuntiva entre hablar pronto o demorarse para hacerlo, así se retrata Michel de Montaigne:
En la natural disposición de mi espíritu no me encuentro en mi elemento; lo imprevisto tiene más fuerza que yo; la ocasión, la compañía, el tono mismo de mi voz sacan más partido de mi espíritu que el que yo encuentro cuando a solas lo sondeo y ejercito. De modo que en mí las palabras aventajan a los escritos, si es que puede haber elección ni comparación posibles en cosas de tan poca monta. Suele acontecerme también que la inspiración me favorece más que el raciocinio. En ocasiones escribiendo se me escapa alguna sutileza (bien se me alcanza: insignificante al entender de otro, puntiaguda para el mío; dejemos tales distingos, cada cual habla del ingenio, según la fuerza del suyo), y luego no sé lo que con ella quise decir; a veces cualquiera otro descubre su sentido antes que yo. Si suprimiera todas las frases en que tal me acontece, apenas si dejaría ninguna transcrita. La casualidad me hará ver luego claramente su alcance, generalmente más claro que la luz del mediodía, y contribuirá a que yo mismo me asombre de mi incertidumbre.
También leímos un fragmento de un texto de María Moreno. Se titula “Entre nos”. Así comienza:
Aquí se puede leer completo.
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 14% de ustedes dicen que en la escuela, cuando ya podían elegir, se sentaban al frente del salón.
El 50% de ustedes dicen que en la escuela, cuando ya podían elegir, se sentaban hacia atrás en el salón.
El 26% de ustedes dicen que en la escuela, cuando ya podían elegir, se sentaban en medio en el salón.
El 10% de ustedes dicen que en la escuela, cuando ya podían elegir, se sentaban donde fuera en el salón.
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Las dos ideologías dominantes en Occidente en nuestros días —el declinismo, por un lado; el catastrofismo por otro—, tienen, al menos, un punto en común: la recomendación de la supervivencia.
El calabozo elegido sin muros, ni cadenas, ni guardianes. El carcelero está en nuestra cabeza.
El yo no es mío, puesto que en lo más profundo de mi ser yace la alteridad absoluta, la trascendencia divina a quien hay que hacerle sitio de inmediato.
Pero en general no me atrevía a preguntar. Un mundo caliente de interrogantes me mostraba seres extraños que, por desgracia, casi siempre permanecían inaccesibles.
En cada cuarto había una patria, una etnia, una lengua.
El arte de la réplica y el de la humillación verbal que se practicaban in situ me prepararon para la entrevista de confrontación que nunca ejercí.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Pascal Bruckner y María Moreno.