Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Para vivir es demasiado el tiempo;
para saber no es nada.
¿A qué vinimos, noche, corazón de la noche?
No es posible sino soñar, morir,
soñar que no morimos
y, a veces, un instante, despertar.
—Rosario Castellanos, “Nocturno”
El libro de esta semana fue ¿Por qué no podemos dormir?, de Darian Leader
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La paradoja que aquí se plantea es muy simple. Querer dormir se convierte en el centro de nuestra atención, pero, para dormirnos, es necesario que apartemos toda atención de nuestros pensamientos y deseos. Por consiguiente, cuanto más nos esforzamos por dormir, menos capaces somos de quedarnos dormidos.
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El libro es un alegato alrededor del insomnio, ese mal de nuestro tiempo. Ese mal que parece ser de nuestro tiempo, pero que quizá no es tan solo de nuestro tiempo. Ese mal que de alguna manera es tan extendido que no parece mal, sino que parece una situación ya dada: uno de los inevitables efectos secundarios de la vida que llevamos.
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Cuando los psicólogos y los neurocientíficos estudian la conducta, llama la atención lo a menudo que sus concepciones de la vida humana tienden a interpretarla como un examen o como un laberinto.
La idea de que la vida humana puede ser algo más que un examen o un laberinto parece inconcebible en esta clase de estudios y cabría concluir de ello que, desde la óptica de ese modelo, la evolución humano no ha tenido otra finalidad que el que sepamos resolver crucigramas y otros pasatiempos.
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Este boletín, y el siguiente, y, apuesto, la lectura que ustedes están haciendo, está siendo realizada con pocas horas de sueño encima. Aunque, esa aseveración entraña un poco de problema, o si no problema como tal, por lo menos entraña la necesidad de clarificación: ¿pocas horas? ¿cuántas son las horas suficientes? ¿Cuántas son las mínimas necesarias? ¿pocas es malo o se trata simplemente de una cifra arbitraria condicionada por factores sociales, económicos y físicos?
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Escribió Juan José Tablada un poema breve al insomnio:
En su pizarra negra
Sumas cifras de fósforo.
Aquí hay un comentario sobre el libro de Darian Leader en la revista Otra Parte, firmado por Federico Romani.
Leímos “Funes, el memorioso”. Quedó incompleto porque el programa se acababa. Aquí está el cuento completo.
El libro de la próxima semana //11 de mayo//: Diferentes razones tiene la muerte, María Elvira Bermúdez.
Y dentro de dos semanas //18 de mayo//:
Una nueva entrega de la columna Los libros no se rayan:
Robert Burton, en su Anatomía de la melancolía, recomendaba “leer a alguno escritor que nos guste hasta quedarnos dormidos”, y el médico estadounidense Joseph Collins concluia su popular libro de (de 1912) Sleep and the Sleepless con un capítulo dedicado a “La lectura como soporífero”, donde señalaba que los libros son el instrumento más habitual del que se sirven las personas insomnes para “purgar la mente” de aquellos pensamientos que las preocupan. (Darian Leader)
No matter how elaborate the ritual or secure the interment, our fate is to be forgotten. (Brian Dillon)
…gargling delirium at the end of his leash. (August Klienzahler)
Por favor, opine sobre el boletín. ¿Así va bien? ¿Qué le hace falta? ¿Qué le sobra? De antemano, gracias.
“La paradoja que aquí se plantea es muy simple”…la belleza de lo simple. 👏🏽👏🏽