TSH 03.04.24
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
El arte de perder se domina fácilmente; tantas cosas parecen decididas a extraviarse que su pérdida no es ningún desastre. Pierde algo cada día. Acepta la angustia de las llaves perdidas, de las horas derrochadas en vano. El arte de perder se domina fácilmente. Después entrénate en perder más lejos, en perder más rápido: lugares y nombres, los sitios a los que pensabas viajar. Ninguna de esas pérdidas ocasionará el desastre. Perdí el reloj de mi madre. Y mira, se me fue la última o la penúltima de mis tres casas amadas. El arte de perder se domina fácilmente. Perdí dos ciudades, dos hermosas ciudades. Y aún más: algunos reinos que tenía, dos ríos, un continente. Los extraño, pero no fue un desastre. Incluso al perderte (la voz bromista, el gesto que amo) no habré mentido. Es indudable que el arte de perder se domina fácilmente, así parezca (¡escríbelo!) un desastre —Elizabeth Bishop, “Un arte”
El libro de esta semana y de la semana siguiente es Música de mierda, de Carl Wilson.
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En el fondo, si todo se reduce al placer, y los millones de estilos de música pop satisfacen las necesidades heterodoxas de unos públicos de lo más diversos, ¿cuál es la esencia verdadera de la aversión que tantos otros comentaristas y yo hemos expresado por Céline Dion?
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Carl Wilson es crítico musical, nacido en Canadá y actual escritor para la revista Slate. Es homónimo de uno de los fundadores del grupo Beach Boys, hermano menor de Brian Wilson. El Wilson Beach Boy lanzó en 1981 un disco homónimo, con ocho canciones. Y en la portada de su disco —Carl Wilson— aparece él, Carl Wilson, en una fotografía barbado y un parecido curioso con Carl Wilson, su tocayo crítico músical.
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Como Walt Whitman, gran seguidor de la ópera italiana, escribió en Democratic Vistas (1871), con “esta cultura mundial o lo que ha terminado representando, nos encontramos abruptamente en un cuerpo a cuerpo con el enemigo”, refiriéndose a los esnobs y aristócratas de la vieja Europa.
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La obra de Céline Dion no es una que frecuente. Y conozco solo a una persona que reivindica algunas de sus canciones, pero nunca lo hace desde la seriedad entregada del fanatismo; hay ironía y distancia en su gusto. ¿Conocen a fanáticos de Dion, así como conocen a fanáticos de Cerati, de Camarón de la Isla o de Tina Turner? Yo tampoco. ¿Cómo explicar entonces que venda tantísimo? ¿Es solo un complot de las disqueras y algunos siniestros cabecillas de “mal gusto” musical? ¿O quizá es algo más complejo y demorado de pensar?
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A principios de la década de 1970, David Rosenhan se propuso examinar hasta qué punto los psiquiatras eran capaces de diferenciar al «cuerdo» del «demente». La psiquiatría como terreno científico se basa, naturalmente, en la convicción de que los profesionales en ejercicio saben diagnosticar fiablemente las diferentes dolencias mentales aberrantes y emitir juicios acordes con el diagnóstico sobre la adecuación social de las personas, como el rendimiento progenitor de un padre o madre, el riesgo de huida en libertad condicional o la capacidad de rehabilitación de los presos. Rosenhan era consciente del enorme control social que tenían los psiquiatras y lo criticaba; por eso ideó un experimento para verificar si los conocimientos de los profesionales estaban a la altura del poder que tenían. Reclutó a ocho personas y, él incluido, buscaron la forma de ser internados en diversas instituciones mentales; una vez dentro, se comportaron con absoluta normalidad. El propósito: comprobar si los psiquiatras detectarían la ausencia de enfermedad o si el juicio que emitieran estaría plagado de presunciones.
El relato de este famoso experimento lo cuenta Lauren Slater.
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Esto escribe Mary Beard
Los términos romanos no encajan exactamente con los nuestros, pero no deja de haber un contraste significativo entre otium —habitualmente traducido por “ocio”, aunque sería más preciso decir “lo que uno hace cuando controla su propio tiempo”— y su opuesto, “negotium”, “trabajo”, o “lo que hay que hacer cuando uno no lo controla”.
Además, leímos un cuento de Lucía Berlin. Se titula “Luto”, y aparece en su famoso Manual para mujeres de la limpieza.
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Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 42% de ustedes dicen que una o dos veces han chocado en un auto.
El 11% de ustedes dicen que más de tres veces han chocado en un auto.
El 16% de ustedes dicen que ustedes chocaron, alguien los chocó.
El 31% de ustedes dicen que nunca han chocado en un auto.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El elemento anatómico de la semana: Válvula de Vieussens
El elemento meteorológico de la semana: Tramontana
Insulto de la semana: Argadillo
El ser vivo de la semana: Cethosia cyane
La tonalidad ascendente: Glauco
La tonalidad descendente: Cordobán
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
La decisión que aparentemente tomarías libre sobre la tarea de pulsar un botón con consecuencias de vida o muerte también puede verse fuertemente influida por acontecimientos de minutos o días anteriores.
Entonces, ¿qué tiene que ver que una partícula sea aleatoria con que tú seas el capitán agentivo de tu destino?
Los pormenores de este fenómeno giran en torno al campo tan de moda de la «epigenética», que revela cómo la experiencia en los primeros años de vida provoca cambios duraderos en la expresión genética de determinadas regiones del cerebro.
Lo raro de ver la propiedad privada como una tendencia natural es que nuestros ancestros en la cadena evolutiva pasaron la mayor parte de nuestra historia siendo cazadores-recolectores que se desplazaban de un lugar a otro.
El problema de la propiedad privada está en aquellos que la utilizan para obtener dinero o mano de obra de quienes carecen de ella.
No todos podemos cambiar completamente de vida y mudarnos a una ecoaldea ahora mismo, y supongo que muchos tampoco querríamos aunque pudiésemos.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Robert Sapolsky y Kristen Ghodsee.