TSH 02.07.25
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Seamos, pues, valientes y llenos de sueños cuando la muerte y la frialdad llegan de todas partes, como el propio cerebro que, hecho pedazos, hacia todos lados derrocha tantas contradicciones que no hay donde agarrarse, y ya no quedan estrellas, no hay amor ni luna roja en el crepúsculo. Ni palabras de amor ni el crujir de la arena en los caminos. Solo comer, dormir, fornicar, trabajar. Y bostezar: qué hacer hasta la hora de acostarse, solo un vistazo fugaz en el espejo, como un asesino que mira el cadáver entre las sábanas. Y el poeta al que se le asignó la tarea de vigilar la vida y observar enamorado, sonríe idiota en la puerta amorrado a la botella. ¿Es medianoche o mediodía? —Bohumil Hrabal, "Consigue salud y belleza con los cosméticos Elida"
Hoy fue la última sesión hablando de Archivo agonía, de Marina Azahua, en el Club de lectura que no es un club de lectura.
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Amablemente, Marina Azahua respondió unas cuantas preguntas sobre su libro, sus temas y el proceso de escritura. Aquí nos cuenta un poco sobre la historia de origen del libro:
Y aquí habla sobre el libro como una carta de amor:
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El filósofo ateniense Demetrio de Falero —se le llamaba “Falero” a Atenas también—, escribió mucho y entre sus obras está una llamada Sobre el estilo. Ahí, le dedica varios piensos acertados y prescriptivos a la forma que ahora nos convoca. Dice, por ejemplo, que:
La longitud de una carta, lo mismo que su expresión debe ser ordenada cuidadosamente. Las que son demasiado largas y además demasiado pomposas en su estilo no son, en honor a la verdad, cartas, sino tratados con el encabezamiento epistolar.
O también:
La carta quiere ser como la expresión breve de un sentimiento amistoso y la exposición de un tema simple en términos simples.
Pero quizá la sentencia que más resonancia tiene en este momento es la siguiente:
Se puede decir que cada uno escribe la carta como retrato de su propia alma. En cualquier otra forma de composición literaria se puede ver el carácter del escritor, pero en ninguno como en el género epistolar.
Creo que pasa con todo género de carta, no obstante el cambio tecnológico. Por eso, entre otras cosas, se vuelve tan difícil transitar los correos de oficina. Porque ahí dejamos algo del alma propia.
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En la actualidad ocurre algo curioso y mínimamente paradójico: la novela epistolar es popular como forma. En el Museo Smithsonian hicieron una investigación y hallaron que se publicaron más novelas epistolares entre 1950 y el 2015, que entre 1800 y 1950. Sin embargo, la carta como forma es cada vez más un elemento puramente nostálgico, una tecnología que ya ni los cobradores, los bancos o los gobiernos están usando tanto. Entre más obsoleto su uso, más pronunciada su presencia en nuestro imaginario de ficción. Interesante.
Si bien este boletín tiene mucho de carta, hay en mí una necesidad nostálgica irrefrenable. ¿Y si armamos un intercambio de cartas de papel? Recuerdo pocas actividades escolares tan gozosas para este servidor como los programas de intercambios epistolares que las maestras gringas progres de mi primaria organizaron con primarias de sus ciudades de origen. Y recuerdo que con una amiga australiana cuando se regresó a su isla en el Pacífico, continuamos años enviándonos cartas y postales. ¿Por qué será que recibir una hoja de papel escrita por alguien más en un sitio distante contiene ese nivel de fascinación?
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En un sentimiento de fiebre de existir todavía más allá del otro océano Hubo posiciones de un vivir más claro y más límpido Y apariencias de una ciudad de seres No irreales sino lívidos por las imposibilidades, consagrados en pureza y en la desnudez [...] —Fernando Pessoa, "Todavía más allá del otro océano"
Leímos una de las cartas que Jacques Sadoul, abogado y funcionario del ejército francés le envió a Albert Thomas desde Rusia en 1917, en pleno estallido de la Revolución Bolchevique. Esta carta justamente está fechada el 25 de octubre de 1917 (según el calendario juliano en uso en Rusia ese momento)/ 7 de noviembre de 1917 (según el calendario gregoriano). Así comienza:
Forma parte de la edición de Cartas desde la revolución bolchevique, publicadas por Turner.
Continuamos con una nueva serie en audio. Se llama “Un olor”. Una postal auditiva que nos cuenta sobre cualquier olor. El favorito o el despreciado. Explicado o mencionado. Un olor. En esta ocasión, la postal la envía una convoyente desde una ciudad del norte:
Y si usted gusta enviar una postal sonora para esta serie, por favor, aquí mismo escríbame:
Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 30% de ustedes dicen que en promedio, al tanteo, en su navegador suelen tener abiertas entre 1 y 4 pestañas.
El 39% de ustedes dicen que en promedio, al tanteo, en su navegador suelen tener abiertas entre 5 y 10 pestañas.
El 19% de ustedes dicen que en promedio, al tanteo, en su navegador suelen tener abiertas entre 10 y 20 pestañas.
El 11% de ustedes dicen que en promedio, al tanteo, en su navegador suelen tener abiertas más de 20 pestañas.
Inauguramos una nueva sección titulada ¡Mestas oyendo!, una antología de insultos, escarnios, denuestos, ultrajes, oprobios, vituperios, maledicencias halladas recientemente en las lecturas.
Cierto Lucio, un majadero pequeño de cuerpo y lívido de tanto masturbarse ,todo esto junto a una cara de sinvergüenza que movía a risa cuando se le miraba.
Roberto Arlt, El juguete rabioso
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[…] doctor Díaz Grey, lavativero desteñido y provincial.
Juan Carlos Onetti, Juntacadáveres
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Puedo imaginarme las torturas de los condenados, pero no puedo imaginarme almas incorpóreas colgadas de un cristal alabando a Dios toda la eternidad.
Tengo miedo al dolor y me figuro que eso es lo que tenemos que experimentar para obtener la gracia.
¿No podemos salir de nosotros mismos hacia algo más grande?
Dejarse llevar por la ola de la espontaneidad significa entregarse, tal vez exagerándolo, al ritmo marcado por los mecanismos socio-económicos en hegemonía.
Acaricia la muerte bromeando, es el hombre al borde del abismo, que, en vez de asustarse, se hace fuerte gracias a esta proximidad con la nada.
Muy pocos son capaces de advertir el fino alambre sobre el que caminan, y menos aún se atreven a calibrar el abismo que existe allá abajo.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Flannery O’Connor y Giuseppe Scaraffia.