TSH 01.11.23
Antes que nada, esto fue lo que sonó:
Un repartidor de cerveza ebrio fue puesto sobre la mesa. Alguien había colocado un violáceo áster claro-oscuro entre sus dientes. Cuando, con un corte subcutáneo extirpé desde su pecho la lengua y el paladar con un cuchillo de filo largo debí rozar la flor, pues esta se deslizó hacia el cerebro que yacía junto a él. La instalé entre virutas en la cavidad del tórax mientras lo cosíamos. ¡Bebe hasta el hartazgo en tu florero! ¡Descansa en paz pequeño Áster! —Gottfried Benn, “Pequeño Áster”
El libro de esta semana y la semana pasada es Descubrí que estaba muerto, de J. P. Cuenca.
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El encuentro con uno mismo es insoportable. Así lo dice un artículo publicado en el Journal of the Fantastic Arts, en 1994. El autor es Gordon E. Slethaug. El artículo hace un recuento precisamente del doble y los dobles en las artes:
De acuerdo con la tradición del folclor occidental, “quien se encuentra con un doppelgänger, la aparición de uno mismo, está ante su muerte inminente. La muerte asecha y sujeta el alma y deja el cuerpo detrás. El alma y el cuerpo se entienden como entidades separadas y unidas en modos sutilies y difíciles de discernir; separarlos por medio de la muerte, o a veces, en el sueño, supone la destrucción del ser esencial.
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En algún momento de la novela de Cuenca, el personaje del detective privado menciona el síndrome de Cotard, una afección mental que provoca que las personas que la padecen tengan la firme creencia de que están muertos, o en casos más extremos, que no existen.
Pearn, J., & Gardner-Thorpe, C., en el journal Neurology, revista oficial de la American Association of Neurology, publicaron en 2002 un bosquejo de la vida del médico francés. Mencionan que fue discípulo de Charcot, amigo de Comte y que murió antes de cumplir cincuenta por complicaciones respiratorias después de contagiarse por cuidar a su hija enferma de difteria. Fue el primero en mencionar el délire des négations. Su inmortalidad no está dada solo por el síndrome que describió y del que, según estos autores, no se han descrito “más de 100 casos verdaderos”. También aparece en la kilométrica obra de Marcel Proust, como el Profesor Cottard.
Según el propio Cotard, el síndrome era producto de una particular variante de la hipocondria depresiva y de la melancolía.
Quizá por momentos, cuando uno se mira al espejo durante un rato largo, accede a ese sitio extraño de incertidumbre sobre la existencia, de disociación: más que Candyman, más que Alicia, a través del espejo encontramos por instantes a Cotard.
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Borges, en una de las que quizá sean las frases más emblemáticas del “Tlon, Uqbar Orbis tertius”:
“Debo a la conjunción de un espejo y una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar”. Y luego sigue diciendo sobre los espejos. “El espejo inquietaba al fondo de una quinta de la calle Gaona, en Ramos Mejía”. Y cuenta que estuvo ahí Bioy y que “Desde el fondo del remoto corredor, el espejo nos acechaba”.
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Hacia el final de la novela, el personaje se consume en una especie de berrinche contra la literatura; en general como un enfado sostenido contra la ilusión del arte.
Y citaba a Antonio Candido: “Así como no es posible que haya un equilibrio psíquico sin los sueños durante el sueño, tal vez no haya equilibrio social sin la literatura. De este modo, ella es un factor indispensable de humanización y, siendo así, confirma al hombre en su humanidad”, lo que entonces ya me parecían ideas bastantes ingenuas, por no decir por completo exageradas y absurdas, incluso porque no hay evidencia o estudio relevante que confíe cualquiera de esos efectos mágicos a la lectura de un libro.
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Esto dijo Joan Didion en una entrevista en 2006, después de la publicación de su libro El año del pensamiento mágico:
La novela y el ensayo son como el día y la noche, mejor dicho, como la noche y el día. Escribir una novela es como adentrarse en una noche muy larga y oscura. El ensayo es luminoso, su escritura tiene lugar a pleno sol. No quiero decir con esto que el ensayo sea un género fácil, no lo es ni mucho menos, sólo que escribir ensayo es una actividad racional, mientras que escribir una novela es muy parecido a soñar. En estos momentos no me siento inclinada a entrar en ese largo sueño, pero no descarto hacerlo más adelante.
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También leímos un cuento de Mary Barrett, “Muerte fuera de temporada”. Está incluido en una de las antologías de Alfred Hitchcock: Historias para leer a plena luz, de 1973. Así dice en algún momento:
En la ciudad, nadie recordaba que miss Witherspoon se hubiera dirigido espontáneamente a ninguna persona que pasara por la acera: tampoco se recordaba que hubiera saludado alguna vez a un vecino a través de la verja. Nunca había llevado sopa a los enfermos, ni pasteles a los afligidos. En resumen, no observaba ninguna de las costumbres sociales habituales. Si alguna vez alguien se atrevió a preguntarle el porqué, y si ella decidió contestar, habría dicho que prefería las plantas a la gente, principalmente porque las plantas no pecaban y eran incapaces de causar mal, y además porque, manteniendo su aislamiento, podía observar mejor y objetivamente los delitos cometidos por quienes la rodeaban.
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Una nueva entrega del ÍndiceTSH, un homenaje-plagio del famoso índice de la revista Harper’s: datos duros para preguntas urgentes.
El 61% de ustedes dice que no conocen a alguien que tenga su mismo nombre y apellido.
El 25% de ustedes dice que sí conocen a alguien que tenga su mismo nombre y apellido.
El 14% de ustedes dice que no conocen personalmente a alguien que tenga su mismo nombre y apellido pero les han contado de alguien con quien los comparten.
Una nueva entrega de la columna, ¿Suerte?, una oferta de elementos que para los próximos seis días podrían estar acompañados de fortuna en los juegos de azar:
El elemento anatómico de la semana: Hueso hioides
El elemento meteorológico de la semana: Shamal
Insulto de la semana: Bacín
El ser vivo de la semana: Gulo gulo luscus
La tonalidad ascendente: Verde de Schweinfurt
La tonalidad descendente: Gris acorazado
Una nueva entrega del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana. Se trata de un formato simplificado, de seis signos agrupados según cada dos meses calendario ahora, como servicio a la comunidad, aquí la frase que según los arcanos de este Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, influirá o calificará lo que resta de su semana:
Definir lo que podría ser una libertad creadora, afirmativa, esa será la labor del nuevo mundo por venir.
Uno se convierte a la necesidad áspera del deber, de la vida bien construida. Y, a diferencia de lo que dominaba la loca juventud, lo que hace falta es paciencia, una ardiente paciencia.
A pesar de estar abandonados, desorientados, creemos que podemos partir hacia lo que podemos ser, hacia lo que es nuestra verdadera realidad.
Las señas remotas y actuales de esta lucha contra el olvido se levantan por doquier como indicios tranquilizadores de una conciencia histórica progresivamente engrandecida y agudizada.
¿Cómo responder a la exigencia de lo inolvidable?
Lo aterrador de la escritura es, entonces, su inevitable tendencia a la insubordinación.
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Para esta edición del Milenario e Infalible Zodiaco de la Desgana, se consultaron a dos arcanos: Alain Badiou y Elizabeth Collingwood-Selby.